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Después de que el pasado domingo no se les permitió ver a su padre, Ximena y María José Cuevas, dos de las hijas del pintor y escultor mexicano José Luis Cuevas (su otra hija es Mariana, quien reside en Estados Unidos) decidieron ayer interponer una segunda demanda, esta vez en el Tribunal Superior de Justicia del DF, para que se les permita tener visitas a solas con su padre, así como ver y supervisar la atención médica que se le dé, y que ésta sea proporcionada por un enfermero o enfermera profesionales.

Será hoy cuando las demandantes interpongan la nueva acción ante el juez de lo civil, informó Rafael Heredia, abogado de las hijas del pintor mexicano que fue llamado en su momento “enfant terrible”.

Ayer, en torno de la casa del artista, considerado uno de los fundadores de La Ruptura, arribaron muchas personas para visitarlo y reunirse con su actual esposa, Beatriz del Carmen Bazán. Sin embargo, ella se negó a salir y proporcionar información sobre el estado de salud del artista.

Desde antes de las dos de la tarde, una decena de personas fueron llegando poco a poco a la casa del pintor; ninguna quiso hacer una declaración sobre la salud de Cuevas, uno que otro dijo ser amigo. En la puerta, el asistente controlaba el acceso, impedía ver más allá del umbral de la casa de Fresnos, en San Ángel.

A pesar de que se insistió por el interfón, se le enviaron mensajes y se le hicieron varias llamadas a su celular -que antes siempre contestaba-, Bazán se negó a hablar con EL UNIVERSAL y a proporcionar información sobre la salud del maestro.

Los únicos que pudieron entrar sin ser invitados, fueron el enfermero de la tarde y un chico de nombre Manuel Ledesma Guapo, quien tuvo que esperar más de media hora para entregar un arreglo frutal y floral para el artista nacido en 1931.

En un comunicado de este lunes, el Hospital Médica Sur, donde permaneció hasta el viernes pasado, reportó que el maestro José Luis Cuevas, como todos los pacientes de dicho centro recibió atención médica “con los más altos estándares de calidad y calidez humana”, y que se permitió acceso a sus visitantes de acuerdo a las normas establecidas para las instituciones de salud en el país.

Agregó: “Se extendió el alta hospitalaria apegada a la práctica médica, acorde a su condición física y el padecimiento que presentaba, con el fin de continuar su tratamiento de acuerdo a las indicaciones de sus médicos tratantes”.

Las otras denuncias

Más allá de los tribunales, Ximena Cuevas, quien también es artista, acusa a la segunda esposa del pintor de violencia sicológica e, incluso, de provocarle el síndrome de Estocolmo:

“Llevo mucho tiempo preocupada por el aislamiento. De entrada es violencia sicológica aislar a una persona de sus afectos. Tenemos cómo comprobar una vida completa con mi padre, fuimos una familia amorosa. Y hay un aislamiento hacia todos los afectos reales de mi padre, hacia todos los amigos que lo quieren profundamente”, dijo la artista.

El abogado Rafael Heredia comentó en entrevista telefónica que no ha habido ningún tipo de respuesta a la denuncia que se ha hecho, pero que la Procuraduría “diligentemente hizo ya varias gestiones”.

“Beatriz del Carmen Bazán podrá decir lo que quiera -comentó el abogado-. Lo único que le interesa a sus hijas es que él esté bien, que no se vaya a morir, y que no vuelva a estar en las condiciones en que lo encontró su hija Ximena el 24 de marzo”.

Ximena Cuevas contó en entrevista telefónica que desde hace una década han visto escasamente a su padre, y denunció que ha sido amenzada por “cómplices” de Beatriz del Carmen Bazán: Salvador Vázquez Araújo, apoderado del Museo José Luis Cuevas, y Silvia Polo, funcionaria de la delegación Álvaro Obregón:

“Salvador me dijo en mi cara, que mi padre estaba bien, cuando yo sé cómo lo encontré. Nos mandaron a amenazar, a mí abiertamente, y a intimidar a mis hermanas, que nos calmáramos porque ellos son amigos de Enrique Peña Nieto”.

— ¿Qué persona hizo esa amenaza?

Es una mujer que trabaja en la delegación Álvaro Obregón, que se llama Silvia Polo, y digo su nombre, porque si algo nos pasa a mí, a mis hermanas, a mi familia, o a cualquiera de nuestros testigos, señalo a Silvia Polo, a Salvador Vázquez y a Beatriz Bazán”.

Llevar a los medios este tema, dice Ximena Cuevas, es una garantía para la salud de su padre: “Estamos en la mira, lo están observando. Ahorita ella no puede dañar a mi papá. La última vez que lo vi, el viernes, mi padre estaba lúcido, muy asustado, pero lúcido. Y ya sin medicamentos. Ella ha estado dañando a mi papá. Si lo digo es porque tengo todas la documentación que legalmente me respalda. ¿Me pregunto por qué tiene la lucidez de antes? Estuvimos hablando de todo, con un sentido del humor increíble, hablando mal de Tarantino, era el Cuevas de antes.”

La artista asegura que no se puede decir que es sólo una riña familiar, como comentaban algunos médicos del hospital donde estuvo.

“No es una riña familiar, no lo es porque está en peligro la vida de un hombre. En diez años lo he visto tal vez seis veces. Mi padre me dijo siempre, ‘voy a respetar todas tus decisiones, pero no voy a aceptar a nadie que te lastime’. Yo con esa frase de mi padre, me voy con todo: no voy a aceptar que nadie lastime a mi padre”.

Distancias y reencuentros

Cuevas, considerado uno de los artistas mexicanos más importantes de “La Ruptura”, junto con Francisco Toledo y Vicente Rojo, a quien está dedicado desde 1992 un museo en la calle de Academia, en el Centro Histórico, que lleva su nombre, es autor de obras emblemáticas como La Giganta y La figura obscena, además de protagonista singular de la vida cultural de México desde los años 50.

Su primera esposa, Bertha Riestra de Cuevas, falleció en el año 2000 de leucemia. Un año después se casó con la también pintora Beatriz del Carmen Bazán.

Su vida profesional, la pérdida de su primera esposa, la creación del Museo, su nuevo matrimonio, fueron tema constante de su Cuevario, una columna que durante 13 años publicó en las páginas de EL UNIVERSAL y otros diarios. En una de estas columnas, el 14 de febrero de 2005 se refirió a la distancia que tenía con sus tres hijas después del deceso de su primera esposa y más aún tras el matrimonio con Beatriz del Carmen Bazán

Entonces, el pintor escribió: “Me pregunto si yo he sido un mal padre. Si dándoles lo poco que me queda con eso me querrán. Ellas dicen que yo debo, a mi edad, partir de cero”.

Respecto a esto, Ximena Cuevas acota de inmediato que nunca antes en el Cuevario el artista dijo algo contra ellas.

“Toda la gente que nos ha conocido, sabe la relación que tuvo con sus hijas, antes de Beatriz, que ella le descolgaba el teléfono y le decía ‘tus hijas te abandonaron’. Ninguna de las hijas ha hecho lo que Beatriz Cuevas, ninguna se ha montado en el nombre José Luis Cuevas, tengo una carrera internacional para no cargar con el nombre Cuevas. “Supe desde chiquita que no era padre depender del nombre”.

Las demás hijas del artista trabajan también en el mundo del arte, aunque lejos de los reflectores. María José es diseñadora gráfica y documentalista, mientras que Mariana es diseñadora de vestuario.

“La señora se aseguró que todo esté a su nombre desde hace mucho. Justamente se lo dije en el hospital, ‘todo está a tu nombre’. O sea, mi mamá estuvo casada con José Luis Cuevas 40 años y absolutamente nada estaba a nombre de Bertha Cuevas. Además de que Bertha y José Luis construyeron la carrera de José Luis Cuevas juntos. Mi mamá nunca fue protagonista como esta mujer, jamás”, sostiene Ximena.

“La herencia que Beatriz nos ha negado es la herencia de historia de la familia, metió candados a la historia de la familia, a las fotos de mis familias materna y paterna, y a los recuerdos. Beatriz Bazán cuando llega, ya está todo a su nombre, ha acaparado el Museo”.

Fuente: http://www.eluniversal.com.mx/cultura/71565.html