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Sugerencias Jus:
By : Unknown
Nombre del Autor: Miguel Ángel Hernández Acosta.
El peor día de su vida, Rodrigo Castelares recibe la noticia de que su padre, quien lo abandonó de niño, ha muerto dejándole una herencia. Sin embargo, la herencia dista mucho de ser la que él espera y guiado por una joven deberá de resolver una disyuntiva: ¿somos lo que nuestros padres hacen de nosotros o podemos escoger otro camino?; y sobre todo: ¿es la fe una charlatanería? Hijo de hombre, de Miguel Ángel Hernández Acosta cuenta de una manera oscura y cercana a nosotros, lo que Juan Rulfo había escrito ya en sus cuentos: la lucha por el alma de los hombres entre la fe y la superstición.
Información del autor:
Miguel Ángel Hernández Acosta (Pachuca, 1978) cursó el diplomado en Creación Literaria en la escuela de la SOGEM. Ha tomado talleres con escritores como Daniel Sada. Algunos de sus cuentos se han publicado en internet en revistas como Ficticia, Letralia, Revista Espiral); además lleva la bitácora mangelacosta.blogspot.com.
Decía Borges que de entre las infinitas posibilidades que existen para contar una historia siempre podríamos resumirla en una: la de un hombre que decide perseguir a otro. Ya sea para matarlo, ya sea para aprenderlo. Ya sea para apropiarse de lo que es él, para Borges la narración podía simplificarse en esto: un hombre que persigue a otro.
Ejemplos de esto hay muchos: El hombre que persigue al asesino de su
familia en el cuento “El Hombre” de Juan Rulfo; Pierre que sin saberlo,
anda tras el pasado de Michéle, en “Las armas secretas”, de Julio
Cortázar, o bien, la mansa espera que es al mismo tiempo una persecución
en el cuento “Bienvenido Bob”, de Juan Carlos Onetti, en el que un
viejo pretendiente cuenta cómo Bob, el hermano de la chica que
pretendía, logró alejarlo de la muchacha aduciendo al fracaso al que
llegan a cierta edad los hombres que no son extraordinarios. Y sólo como
remate a esto, tenemos una novela extraordinaria del Fonseca, El gran
arte, en el que un abogado debe de asesinar al homicida de su novia y
matarlo con un cuchillo y sólo con un cuchillo, para poder hacerle
sentir al asesino el acerado corte del metal que sintió su novia al
morir.
En la literatura mexicana también existen los grandes perseguidores:
Juan Preciado que va tras el fantasma de su padre, Pedro Páramo; los
personajes desastrados de varios de los cuentos de José Revueltas e
incluso, una pequeña obra que es la persecución de un fantasma; La
oración del 9 de febrero, en la que Alfonso Reyes va tras la memoria de
su padre muerto en el inicio de la decena trágica, me refiero al
general Bernardo Reyes.
¿Qué hay en la novela, Hijo de hombre, de Miguel Ángel Hernández
Acosta para que empiece mi breve presentación con referencias a los
grandes perseguidos y perseguidores? Justo eso: un hijo que recibe la
noticia de la muerte de su padre y con ésta la herencia que el padre le
ha dejado en un pueblo, un hijo que persigue ahora al fantasma de su
padre para armarlo con los registros que éste ha dejado tras de sí en un
pueblo del estado de Hidalgo. Un hijo que decide construir a su padre a
través de la memoria y también de las pistas que nuestros progenitores
esconden a veces ante nosotros.
Rodrigo Castelares, quien ha perdido a su madre, “la vieja” como le
llama en la obra, y por indeciso ha terminado su relación con su novia,
Rebeca, que curiosamente significa lazo, se encuentra libre para tomar
una decisión. Rodrigo Castelares, este hombre mediocre, hundido,
deshecho, como dice Onetti en su cuento, que libre de cualquier atadura
o, tal vez, sólo atado a la propia, a la que cada hombre elige: todos
traemos una soga al cuello que cada cierto tiempo nos asfixia, sale al
encuentro del padre, Jacinto Castelares, a un pueblo que, al igual que
Comala, está poblado por viejos que son como fantasmas, como dice uno de
los personajes de la novela cuando refiere todo lo que hizo Jacinto
Castalares por los pobladores de Real del Monte: “—Ellos nos habían
devuelto la vida, la salud, la fe.”
Ya en Real del Monte, Rodrigo debe de resolver la verdadera herencia
del padre: el santo del pueblo, casi el patrono del pueblo, el verbo
encarnado hecho de nuevo hombre ante los ancianos que son un corifeo a
lo largo de la novela, un corifeo que dirige la vacilación de Rodrigo,
que lo alienta, que devela ante el hijo lo que el padre ha sido sin
atreverse a ir más allá de la enunciación de la santidad del padre, no
así Silvia y Joaquín, las comparsas de Jacinto Castelares, quien exigen
de diversas formas que Rodrigo toma la verdadera herencia de Jacinto, no
una hecha de casas, libros, sino una construida a partir de la fe, de
la plática con los espíritus, un hombre que es el intermediario entre
los la humanidad y la divinidad.
La novela es pues la resolución a esta gran pregunta: ¿es la fe una
superstición? ¿Son nuestros padres o la ausencia de estos lo que nos
define? ¿Llegado un momento, un hombre puede elegir su destino o está
confinado a lo que ya ha decidido para toda su vida, decisiones tomadas
al arbitrio de la ignorancia de lo que vendrá?
Estamos ante una novela madura de un autor joven, por que si bien la
obra se puede resumir a lo que acabo de relatar, es mucho más que eso.
Miguel Ángel la ha cargado de símbolos, ha trazado una ruta, diría casi
espiritista con su primera novela, relaciones con la pérdida del padre,
la madre, la lucha entre el patriarcado y el matriarcado, las
tentaciones y la fe.
En una narrativa contemporánea joven que se ha regodeado con la
narrativa de la caída del hombre, la novela de Hernández Acosta es de
las pocas que ha decidido tomar al hombre en su ascenso y las
dificultades que esto plantea: Rodrigo Castelares está deshecho desde
las primeras líneas de la novela y en tres días, como el viaje de Jesús
al infierno, terminará por levantarse aunque tenga salidas fáciles como
Silvia, la hija de Joaquín, de quien intuimos una posible relación; como
Joaquín, quien le promete una estabilidad financiera, o de todo un
pueblo, un Real del Monte que funciona como una consciencia colectiva al
estilo de Fuenteovejuna, quien le puede dar reconocimiento y poder.
Lo más importante de Hijo de hombre es que está construida también a
base de intuiciones. El personaje nunca tiene la información completa a
su alcance. Los comparsas, Silvia, Joaquín, un viejo que ha perdido a su
hija, nunca revelan de manera completa lo que son o bien, cambian de
espejo para presentarse ante el joven Rodrigo con otras máscaras para
ver si cae. Incluso en una de las escenas mejor logradas de la novela,
cuando Silvia intercede por Rodrigo ante un Elit, un espíritu, uno nunca
sabe como lector qué está ocurriendo en realidad.
Hijo de hombre es una novela espiritual en muchos sentidos, pero que
toma las tradiciones de la literatura mexicana para construir algo
inesperado: aquí están con la distancia razonable, los fantasmas del
padre de Juan Rulfo, el debate de la fe de Rosario Castellanos en Oficio
de Tinieblas, aquí están los pueblos miserables de Agustín Yáñez.
Incluso, las ricas descripciones gastronómicas que Miguel Ángel pone por
aquí o por allá, evidentemente pagado por la Secretaría de Turismo del
Estado de Hidalgo.
Finalmente, estoy seguro que Hijo de hombre tendrá su lugar en la
literatura mexicana escrita en la actualidad. Este hombre deshecho,
desecho, estoy seguro que logrará construirse ante los lectores.
Antonio Ramos Revillas
Fuente: http://www.elhorizontal.com/2011/04/resena-de-hijo-de-hombre/
Sugerencias Jus: Modales de mi piel. Javier Munguía
By : Unknown
Los cuentos de Modales de mi piel semejan mucho a esos impulsos indomables,
difíciles de controlar, que apelan a nuestros instintos, a nuestros deseos más básicos.
En estas historias se debate la creencia de que somos la piel que nos envuelve; o de
que vivimos en realidad en otra piel, como el protagonista del cuento que da título
al libro. Una anciana que relata un viejo encuentro con final inesperado, un joven que
espera la llamada de una niña, un personaje que al cambiar de sexo encuentra quién
es en realidad, son algunas de las formas con las que Javier Munguía nos invita a desnudarnos. Somos, pues, la piel que portamos y no una presunta alma ajena del todo
al mundo sensible.
Javier Munguía, Sonora, 1983. Licenciado en Literaturas Hispánicas por la UAS. Fue
becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora. Tiene estudios de
maestría en la misma universidad. En 2006 fue obtuvo el Premio del Concurso de
Libro Sonorense. Cuentos suyos han sido publicados en antologías y en la web.
Mantiene el blog: www.javiermunguia.blogspot.com
México DF.- En entrevista con Clarín.cl Javier Munguía (1983), habla del libro Modales de mi piel: “El
título alude a esos impulsos gobernados no por la razón, sino por el
instinto, que en ocasiones parecen no atender a nuestra propia voluntad.
No es que esos impulsos nos traicionen; es que reflejan nuestros deseos
más recónditos en toda su complejidad. Pese
a la necesaria contención, nos queda el recurso de la imaginación para
darle consistencia a nuestras fantasías más salvajes: en ese territorio
libre nadie nos pide cuentas”
Autor de las antologías: Gentario (2006), Mascarada (2007) y Modales de mi piel (Editorial Jus,
2011), Javier Munguía estudió Literaturas Hispánicas en la Universidad
de Sonora y cursó un magíster en Literatura Hispanoamericana; en la
actualidad publica sus reseñas y críticas en el blog Libroadicto: “Mis
lecturas me definen no sólo como aspirante a escritor, sino como ser
humano. Estoy convencido de que mi biblioteca representa de modo tan
fiel mi biografía como las cosas que he hecho y dejado de hacer. En Modales de mi piel
creo percibir deudas contraídas con autores como Cervantes, Cortázar,
Marsé y Vargas Llosa. Leyendo a estos autores me resultó más evidente el
poder de la ficción, de la imaginación, para defendernos contra las
ofensas o precariedades de la realidad”
MC.- ¿Los modales de la piel suelen ser maleducados?, ¿al erotismo y al amor poco le interesan los protocolos y prejuicios?
JM.-
Hay modales bien educados, mientras que otros son resueltamente
maleducados. Supongo que estos últimos son los más interesantes, pues
por lo general nos exigen ocultarlos lo mejor posible para no quedar tan
expuestos, para no ser tan vulnerables, para evitar el miedo a ser
censurados, descalificados o ridiculizados. Desde mi primer libro, uno
de mis intereses centrales ha sido -no sé si lo logro- tratar de narrar
lo inconfesable, aquello que sentimos o pensamos con meridiana claridad,
pero que difícilmente compartiríamos para evitar el escándalo de
quienes rodean. Me interesa mucho el proceso mediante el cual nos
ocultamos a través de máscaras que, en ocasiones, se vuelven nuestro
propio rostro deformado. Por eso en la portada de mi primer libro
aparecen seres enmascarados; por eso mi segundo libro se llama Mascarada.
Modales de mi piel
encaja también en ese designio. El título alude a esos impulsos
gobernados no por la razón, sino por el instinto, que en ocasiones
parecen no atender a nuestra propia voluntad. No es que esos impulsos
nos traicionen; es que reflejan nuestros deseos más recónditos en toda
su complejidad. Claro que, para vivir en comunidad, es necesario poner
freno a esas tentaciones; si no, todo sería el caos y la anarquía, como
en ese mundo imposible y tentador propuesto por Sade en Filosofía en el tocador.
Pese a esa necesaria contención, nos queda el recurso de la imaginación
para darle consistencia a nuestras fantasías más salvajes: en ese
territorio libre nadie nos pide cuentas.
MC.- La tendencia de la narrativa mexicana es incluir como personajes a escritores consagrados o heterónimos sofisticados; sin embargo, en los cuentos “Sospechas”, “Sin guitarra” y “La novia virgen”, el personaje es un aprendiz de escritor frente a la hoja inmaculada. ¿Cuándo tienes la certeza de que una historia debe ser contada de cierta forma?
JM.-
No creo que haya una sola forma válida y efectiva de contar una
historia, la cual uno debería buscar hasta encontrarla, sino más bien
una diversidad de formas legítimas y adecuadas, entre las cuales uno
elige según su sensibilidad y preferencias literarias de la época en que
escribe.
En
cuanto a los personajes escritores, me interesan no sólo en cuanto
escritores, sino en cuanto a seres humanos con conflictos semejantes al
resto que además escriben. No me convence esa premisa según la cual no
se debería escribir sobre artistas porque se corre el riesgo de que los
personajes resulten poco vivos, afectados, lejanos de la mayoría de los
lectores; tampoco me decanto por esa literatura plagada de citas
literarias y demostraciones de erudición, preocupada sólo, como dice
Rivera Letelier, por mirarse el ombligo y por abordar problemas
estrictamente literarios y artísticos que, por tanto, solo interesan a
escritores y artistas.
MC.- Una vez que le pierdes el pánico a la hoja en blanco, ¿cómo convences a los editores de que pierdan su fobia por los nuevos autores?, ¿cuál fue el camino recorrido por tu antología hasta llegar a Jus?
JM.-
Mi primer libro lo publiqué en un pequeño taller editorial de la
universidad donde estudiaba. Fue un proceso muy rápido, ya que no había
muchos aspirantes a publicar; de hecho, con mi libro se estrenó como
editor el encargado del taller de aquel entonces. Con mi segundo libro
gané un concurso regional, cuyo premio consistía en una dotación
económica y la publicación de la obra ganadora. En cuanto a Modales de mi piel, la historia es esta: hace unos años me enteré de que la editorial Jus
estaba recibiendo manuscritos de autores jóvenes, tanto novela como
cuento, y me animé a enviar mi tercer libro, que había terminado con la
ayuda de una modesta beca. No sólo es difícil que una editorial con
distribución nacional apoye a nuevos escritores, sino también que
publique cuento, un género muy poco popular, como es bien sabido. No
mucho después de haber enviado mi manuscrito, recibí una generosa
comunicación de don Felipe Garrido en la que me informaba que le
interesaba publicar el libro. De ese momento a hoy han pasado tres años.
El libro sufrió modificaciones sustanciales que se me fueron ocurriendo
mientras esperaba que viera a la luz. La espera fue larga y en
ocasiones exasperante, pero se ha visto recompensada.
MC.- ¿Por qué el primer y último cuento tienen como escenario un asilo de ancianos?, ¿ahí cierras el ciclo de memoria, erotismo, reinvención y olvido?
MC.- ¿Por qué el primer y último cuento tienen como escenario un asilo de ancianos?, ¿ahí cierras el ciclo de memoria, erotismo, reinvención y olvido?
JM.-
La vejez me interesa como estadio límite; como umbral entre lo conocido
y lo desconocido; como un asomarse, con angustia o estoicismo, a lo
efímero, a la desaparición, a la progresiva decadencia. Todas las etapas
de un ser humano son susceptibles de volverse literatura, pero esta
etapa en particular me resulta muy rica por la nostalgia, el miedo, el
desconcierto y la incertidumbre que, intuyo, entraña. Por eso decidí
cerrar y abrir el libro con dos cuentos protagonizados por ancianas y
ubicados en un asilo, que además están conectados entre sí y de algún
modo se complementan.
MC.- ¿La sensualidad y el amor no están distantes del suspenso y del terror?, lo pregunto por los cuentos “La novia virgen” y “Temor de los hombres lobo”…
JM.-
Desde que se inventó la figura del vampiro han estado cerca, quizás
incluso antes. En ocasiones, lo que más tememos también nos atrae de una
manera irresistible, ¿no es cierto? Por eso podemos transfigurar en
placer el miedo. Pese a ello, debo decir que no es mi intención escribir
relatos sexualmente estimulantes. El erotismo me parece un arte de
difícil ejecución si se busca no caer en lo fácil, en lo manido. No es
que no recurra a las escenas de sexualidad explícita, pero no busco que
ellas tengan la función de alborotar la hormona del lector, sino de
evidenciar conflictos que van más allá del sexo.
En
cuanto a los dos cuentos que mencionas, creo que en ellos, como en
otros relatos del libro, exploro mi interés por la literatura
fantástica. Querría que funcionaran como historias fantásticas, en
primer término, y no solo como metáforas o símbolos de algo que está más
allá de ellos, pero a la vez me gustaría que fuesen capaces de sugerir
conflictos compartidos por nosotros, habitantes de este mundo tan
pedestre y escaso de magia.
MC.- Leí varios juegos psicológicos y de abandono. Mencionaré mis tres cuentos favoritos: “Grietas”, “Soborno” y “Jackie”. ¿La seducción narrativa es una manipulación de la vida y las emociones reales?
JM.-
En mi experiencia, el atractivo de la ficción es hacer pasar por real,
al menos durante la lectura, un ámbito recreado por nuestra memoria y
nuestra imaginación que no lo es y que, sin serlo, en toda su riqueza y
desmesura, indaga en un sinnúmero de experiencias y conflictos de
nuestra realidad más palpable. Espero que esto no suene a galimatías
tipo Carlos Fuentes (risas).
MC.- “Modales de otra piel” narra la transformación de un hombre hasta convertirse en Érika; si bien la literatura te permite ser otras personas, aquí lo importante es la metamorfosis y asimilación de lo femenino. ¿Fue difícil encontrar la voz narrativa desde la perspectiva de una mujer?
JM.-
No fue más difícil que escribir desde la perspectiva de un anciano que
no soy, o desde la de un niño que no soy, o desde la de un escritor
joven que no soy, pese a que también soy joven y escribo. Escribir, me
parece, tiene mucho que ver con la empatía, con ponerte imaginariamente
en los zapatos del otro, sin importar qué tan distante parezca de ti: a
fin de cuentas, en todos hay un sustrato común que nos permite
reconocernos en los actos, omisiones, palabras y silencios de otros
seres humanos. Como bien dice Octavio Paz en “Piedra de sol”: Para que
pueda ser he de ser otro,/ salir de mí, buscarme entre los otros,/ los
otros que no son si yo no existo,/ los otros que me dan plena
existencia,/ no soy, no hay yo, siempre somos nosotros”.
No
creo que haya una visión femenina y otra masculina, ni dentro de la
literatura ni fuera de ella. No es verdad que los hombres seamos de una
manera y las mujeres de otras. Los seres humanos somos de distintas
maneras; el sexo no nos divide en dos grupos homogéneos. Si fuera verdad
que existe una visión sola fisión femenina que todas las mujeres
compartirían, sería imposible que escritores varones hubieran creado
personajes femeninos convincentes. Sabemos que no es el caso: Madame
Bovary, Ana Karenina y Molly Bloom, por poner tres ejemplos, fueron
concebidas por la imaginación de hombres. Lo que menos me importa es el
sexo del autor cuando elijo un libro. No leo buscando visiones femeninas
o masculinas, sino personajes e historias que exploren la condición
común a ambos sexos y me den cuenta de ella. No necesito ser mujer para
inventar un personaje mujer y tratar de comprenderlo a profundidad; no
necesito ser asesino para fraguar un personaje que lo sea de forma
convincente.
Aclarado
el punto, en “Modales de otra piel” quise explorar la idea -sin que
fuera demasiado explícita, sin que el lector tenga la obligación de
compartirla- de que no somos un alma ajena a nuestro cuerpo, no somos
una esencia que podría separarse del “cascarón” sin detrimento de
nuestra identidad, sino la piel que habitamos y las experiencias que
hemos vivido. Si pudiéramos habitar otro cuerpo, no seríamos el mismo
ser extraviado en una “casa” distinta”, sino otro ser, con otro tipo de
necesidades y deseos, puesto que percibiríamos el mundo sensible de una
forma inédita. En el cuento, la metamorfosis la vive un hombre que se
convierte en mujer, pero igual podría haber sido un hombre que se
convierte en anciano, o una mujer que se convierte en niño, o una monja
que se convierte en bailarín nudista. No son lo masculino y lo femenino,
me parece, el conflicto central, sino el cambio de “cascarón”.
MC.- Enrique Serna abordó -por primera vez- el tema del viagra y la disfunción eréctil, en su novela “La sangre erguida”;
tú describes la disfunción y eyaculación precoz en los cuentos “Amor de
emergencia” y “Uno no conoce hasta que se conoce”. ¿A la narrativa
mexicana todavía le cuesta trabajo desnudar el tabú?
JM.-
Tengo la impresión, no sé si sea justa, de que no hay tabúes para la
narrativa actual, de que hay mucha libertad, a pesar de que todavía
existen lectores a los que les gustaría que la literatura estuviera
libre de majaderías y escenas fogosas, como si ellas no formaran parte
de nuestras vidas. Ciertamente, en La sangre erguida Enrique
Serna le dio al pene un protagonismo que yo no recuerdo haber visto en
otra novela. Es estupenda la forma humorística pero a la vez honda y sin
tapujos en que el libro explora las delicias y al mismo tiempo los
dolores de cabeza que nos deparan a los hombres nuestros respectivos
órganos sexuales. Alguien podría preguntarse si este no es un conflicto
que revela la identidad masculina. Creo que revela más bien los
prejuicios, las expectativas y los miedos creados por hombres y mujeres
en torno al pene, que no necesariamente son propios del sexo masculino y
que tienen semejanzas con los conflictos de las féminas con algunas
partes de sus cuerpos, como los pechos. No es esta, pues, una novela
para hombres ni para descubrir la verdad identidad del hombre, sino que
explora ámbitos comunes a ambos sexos, aunque en principio no lo
parezcan.
MC.- ¿Por qué Enrique Serna es tu escritor mexicano preferido?
JM.-
Uy, qué difícil pregunta. En primer lugar, Enrique es un gran contador
de historias. Incluso en sus primeros libros, en los que experimentaba
más que ahora con la estructura novelesca, no se olvida de que lo
central, lo básico, es contar una historia que atrape, seduzca, revele,
cuestione, conmueva. Tiene muy claro que el conflicto es pieza
fundamental de un relato y lo maneja con soltura y solidez. Es, además,
un narrador que indaga al interior de sus personajes a través sobre todo
de sus acciones, omisiones, palabras y silencios, más que de sus
pensamientos, a la vez que radiografía los vicios de las sociedades que
recrea. Tiene buen sentido del humor sin ser frívolo. Sus temas,
técnicas e intereses son muy diversos: lo mismo nos sorprende con una
novela histórica que con un cuento distópico que con una novela
presuntamente autobiográfica que con una ficción sobre un personaje del
que los escritores no suelen ocuparse: una reina de belleza. En fin.
Razones para admirar a este gran escritor, que merece mucho más éxito
del que tiene, sobran.
MC.- El único escritor mencionado en tu libro -independientemente de los epígrafes- es Mario Vargas Llosa. ¿El website ficticio era un pequeño homenaje al Nobel de literatura del Perú?
JM.-
En realidad, la página existió. Durante mucho tiempo fue el portal más
completo dedicado a Vargas Llosa. Actualmente ya no está en línea, por
desgracia. Su creador es un amigo muy querido que me inspiró el cuento
al que te refieres, “Uno no se conoce hasta que se conoce”. Pese a que
uno de sus narradores comparte algunos rasgos con mi amigo, aprovecho
para aclarar que la anécdota es absolutamente inventada. No es mi labor
ventilar intimidades ajenas (risas).
MC.- Finalmente, eres un gran lector y crítico literario. ¿Cuántas imágenes, versos, autores y páginas rondan tu imaginario antes de redactar un cuento?, ¿cómo decides las lecturas, o son ellas -lecturas y musas- las que te definen como escritor?
JM.- Cuando le otorgaron el Nobel a Vargas Llosa, el escritor cubano Leonardo Padura declaró que releía Conversación en La Catedral
cada vez que estaba por empezar la escritura de una novela con el fin
de inspirarse. Ese sí que es un homenaje, ¿no? Quizás también sea una
buena forma de conjurar la inseguridad que ataca incluso al mismo Vargas
Llosa durante la redacción de un libro. En ocasiones querría hacer algo
parecido al enfrentarme a la hoja en blanco: releer algunas de mis
novelas favoritas para sentirme menos solo y desamparado con aquel parto
placentero a la vez que doloroso y difícil. En otras ocasiones querría
olvidarme de mis libros predilectos, que solo graviten en mi
inconsciente, para buscar mi propia voz, mis propias técnicas, mi propia
aportación.
Mis
lecturas me definen no sólo como aspirante a escritor, sino como ser
humano. Estoy convencido de que mi biblioteca representa de modo tan
fiel mi biografía como las cosas que he hecho y dejado de hacer. En Modales de mi piel
creo percibir deudas contraídas con autores como Cervantes, Cortázar,
Marsé y, por supuesto, Vargas Llosa -espero que esto no suene
pretencioso: lejos de mí el ridículo afán de compararme con estos
gigantes-. Leyendo a estos autores me resultó más evidente el poder de
la ficción, de la imaginación, para defendernos contra las ofensas o
precariedades de la realidad. ¿El Quijote es un viejo loco o un hombre
sabio que finge su locura para poder hacer realidad su sueño de
convertirse en caballero andante, sueño al que todos quienes se lo
topan, sin saberlo y entre burlas, contribuyen?, ¿la madre de “La salud
de los enfermos”, el cuento de Cortázar, es una pobre viejecita ingenua o
alguien que se deja llevar por un feliz engaño para mejor soportar los
duros golpes de la vida?
Varios
personajes de mis cuentos también se engañan; la autosugestión es una
constante en ellos. Dichos personajes, jóvenes o viejos, locos o
cuerdos, hombres o mujeres, se inventan historias porque la realidad no
llega a satisfacerlos, de modo deben crear una realidad alternativa que
les da cierta alegría y cierto sosiego, que los defiende contra la
amargura y el desánimo. De cierta forma, ese es el papel de las
ficciones en nuestras vidas.
Fuente: http://www.elclarin.cl/web/index.php?option=com_content&view=article&id=1215:javier-munguia-los-modales-de-mi-piel-narran-lo-inconfesable&catid=7:entrevista&Itemid=8
Delete de Alicia Lop
By : Unknown
Nombre de la Autora: Alicia Lop.
Play. Stop. Speakers. Rewind. La narración avanza, retrocede. Los personajes se detienen, hablan, se contradicen y son enviados sin saberlo al principio de la historia.
En Delete, de Alicia Lop, estamos ante una novela que juega con la
velocidad y el tiempo en la narración. Experimenta. Advierte. Vuelve a
experimental. En esta novela no hay espacio para la redención. Súper D
es una heroína que castiga la traición y oferta sus servicios en los
avisos de ocasión, Fiona es una chica que ha perdido la memoria y sólo
tiene un cassete que le repite su vida, Ray es un hombre cuya patria es
el egoísmo. Con estos más otros personajes se nos presentan un par de
preguntas: ¿Cuántas veces se necesita reconstruir historia para que nos
ofrezca nuevos significados? ¿Cuántas veces, al oprimir la tecla delete
iniciamos una nueva historia?
Información de la autora:
Alicia Lop, (México, 1969). Ha
colaborado en agencias de publicidad y medios de comunicación como
redactora, guionista, reportera y jefa de información. Ha participado en
diversos talleres de Creación literaria y fue miembro del Laboratorio
de novela, impartido por los escritores Ricardo Chávez Castañeda y Celso
Santajuliana.
Sugerencias Jus: Campo de Batalla de Francisco Prieto.
By : UnknownSi la vida es para Francisco Prieto un campo de batalla,
o al menos eso muestra en sus novelas
anteriores, Caracoles, La inclinación y Ruedo de incautos, entre otras, y
dramas como Salomé o el Amor de Dios y Felonía, ahora este sentimiento
alcanza su máxima intensidad en torno a la muerte del padre. El autor
explora el campo de batalla que se libra dentro del moribundo y que
irrumpe al exterior en el último diálogo con un hijo al mismo tiempo
amado y odiado. Las grandes preguntas que se plantean ante la muerte
inevitable se debaten en esta novela, acaso, la más intensa de Francisco
Prieto.
Información del autor:
Francisco Prieto (México, 1942), novelista, dramaturgo y ensayista contemporáneo, se ha desempeñado como catedrático en las diferentes universidades del país y del extranjero. Ha publicado diez novelas, cuatro obras dramáticas y numerosos ensayos sobre literatura, filosofía y teoría de la comunicación.
Inspira muerte de su padre escribir un libro a Francisco Prieto
En tres meses redactó un texto que involucra autobiografía y novela
Redacción EL UNIVERSAL.com.mx
El Universal
Ciudad de México Martes 29 de julio de 2008
16:27 La décima novela de Francisco Prieto se titula "Campo de batalla" y está inspirada en una vivencia familiar, íntima y muy personal, pues "nace de la experiencia de haber llevado una vida conflictiva con mi padre, durante largos y penosos años, hasta el día de su muerte".
En entrevista, el autor del texto con tintes autobiográficos y de novela, comentó que "toda persona que haya tenido una relación conflictiva con su padre, en mayor o menor grado, puede verse identificado con el narrador de esta historia que se desarrolla en la época actual en la Ciudad de México".
La historia gira en torno a la confrontación familiar con el padre próximo a la agonía.
"Decidí hacer una novela y no una biografía, porque el interés debía ser más documental que vivencial. Como novelistas, aposté a lo que pasaba en la mente y el corazón de mi madre y de mis cuatro hermanas", recordó.
Con ello, la pretensión del autor es mantener entretenido al lector con un relato y con un ritmo que el novelista determina. Desde su punto de vista, el lector sentirá "Campo de batalla" como una historia real, "porque sí lo es, al mismo tiempo que se verá atrapado por el interés de una novela", dijo.
Prieto se define cono como un escritor alejado de los consejos, las moralejas, los partidos y las tesis. En ese sentido, se expresa con un asombroso realismo y objetividad para mostrar un hecho en el que no intervino la eutanasia y sí factores sociales, religiosos y de valores morales.
En lugar de llevar mensajes a quien la lee, la novela plantea preguntas existenciales al lector. "La luz al final de esta batalla radica en que un día, mi madre no recibe la llamada nocturna de mi padre, quien llamaba por su evidente miedo a que la muerte llegara de noche", explicó el autor.
A la mañana siguiente, añadió, el hombre dejó de existir. "En ese momento se dio la reconciliación, transitó el camino que se venía construyendo y ya está en paz". La muerte se dio el 11 de noviembre del año pasado y hacia Navidad, el escritor se encerró para escribir "Campo de batalla".
Se trata de la novela que le ha llevado menor tiempo redactar. "Aunque en ocasiones me he tardado años en realizar una novela, en este caso no fueron más de tres semanas", señaló el entrevistado, "y eso tiene su explicación en que los acontecimientos estaban muy frescos en mi mente y sentimientos". Sigue Inspira muerte de su/dos/sentimientos".
Escribir esta novela resultó un hecho afortunado para el autor, porque le sirvió de terapia para superar muchas cosas que guardaba en su interior desde muchos años atrás.
"También significa la pretensión de que esta vivencia puede resultar valiosa para quienes viven o vivieron algo similar", subrayó.
La historia termina con la muerte del padre y, en una mirada hacia atrás, comienza, cuando el hijo está frente a él. "El hijo había mandado una carta al papá, la cual nunca contestó porque se salía por las vertientes de ser muy cariñoso y afectuoso, pero cuando presiente el final, el padre habla", comnetó.
Subrayó que en ese momento, como nunca antes, el hijo siente compasión y cariño por el hombre. "Entonces, la madre organiza una gran comida y por primera vez, se dan un beso de verdad. Antes, en la casa donde cuidaban al señor, el joven había dicho que por fin ambos compartían un secreto", adujo.
En "Campo de batalla" libran una lucha, además, el hijo y el novelista, que es al mismo tiempo Francisco Prieto, sin embargo, "los dos tienen un espacio definido y claro en la trama. El novelista cumple la obligación de hacer una novela con rigor profesional para tocar fibras de los lectores".
Y por su parte, el hijo tuvo la oportunidad de dar a conocer una experiencia que en su momento y casos particulares podrá servir a otras personas, destacó el autor de las novelas "Caracoles", "La inclinación" y Ruedo de incautos".
De acuerdo con el entrevistado, la novela hace pensar y reflexionar en la vejez, en la muerte, en Dios, en la familia, en las dudas y en las certezas de la vida. "Hay muchos planteamientos sobre esos temas que cada lector habrá de despejar, según su formación, valores, educación y creencias".
La novela "Campo de batalla", que ya está a la venta en librerías, será presentada este miércoles en las instalaciones de Editorial Jus, Donceles 66 Centro Histórico, por Silvia Molina, Ignacio Padilla, Juan Lafarga y el autor, con las moderaciones de José María Llovet.
Fuente: http://www.eluniversal.com.mx/notas/526156.html
Campo de Batalla de Francisco Prieto
Campo de batalla es un relato que versa sobre cómo matar al padre. Y hablo yo también aquí metafóricamente. Como acabar con él y recuperarlo para siempre; cómo perdonar a un ser brutal y orillarlo a encontrar la paz eterna, o desearle una mejor vida.
Un libro que puede parecer sencillo y lineal porque se lee de corrido, pero que tiene una estructura compleja porque al mismo tiempo entraña el exilio, las relaciones de pareja, la vida filial y la complejidad fraternal. Uno va de España a América, de Cuba a Estados Unidos… Uno lee al hijo, al padre, al abuelo… Y uno encuentra a una familia cuyos miembros andan desperdigados por el mundo y se encuentran, de pronto, a festejar los 90 años del padre o a despedirlo: una narración impecable.
No quisiera hablar de un libro autobiográfico y sesgar la aproximación del lector hacia ese nivel. Quizá sea un relato o una novela corta, que parte de la experiencia pero que se construye así misma, independiente del autor.
Vale la pena detenerse en eso que el autor ha llamado “La balada de la madre”, una mujer que entregó su vida al esposo, que se negó a sí misma durante años y que reaccionó pasivamente ante la violencia de su marido hacia los hijos.
Poco a poco descubrimos que la vida no sólo frente a la muerte es esa batalla que Francisco Prieto nos transmite en esta historia descarnada, sin adornos, simple y llanamente brutal. Una lectura que te hace reflexionar sobre las pasiones del ser humano y sobre el perdón. Felicidades Paco y gracias por tu libro, lo disfruté mucho.
Fuente: http://www.silviamolina.com/index.php?option=com_content&view=article&id=310:paco-prieto&catid=36:blog&Itemid=57
Francisco Prieto (México, 1942), novelista, dramaturgo y ensayista contemporáneo, se ha desempeñado como catedrático en las diferentes universidades del país y del extranjero. Ha publicado diez novelas, cuatro obras dramáticas y numerosos ensayos sobre literatura, filosofía y teoría de la comunicación.
Inspira muerte de su padre escribir un libro a Francisco Prieto
En tres meses redactó un texto que involucra autobiografía y novela
Redacción EL UNIVERSAL.com.mx
El Universal
Ciudad de México Martes 29 de julio de 2008
16:27 La décima novela de Francisco Prieto se titula "Campo de batalla" y está inspirada en una vivencia familiar, íntima y muy personal, pues "nace de la experiencia de haber llevado una vida conflictiva con mi padre, durante largos y penosos años, hasta el día de su muerte".
En entrevista, el autor del texto con tintes autobiográficos y de novela, comentó que "toda persona que haya tenido una relación conflictiva con su padre, en mayor o menor grado, puede verse identificado con el narrador de esta historia que se desarrolla en la época actual en la Ciudad de México".
La historia gira en torno a la confrontación familiar con el padre próximo a la agonía.
"Decidí hacer una novela y no una biografía, porque el interés debía ser más documental que vivencial. Como novelistas, aposté a lo que pasaba en la mente y el corazón de mi madre y de mis cuatro hermanas", recordó.
Con ello, la pretensión del autor es mantener entretenido al lector con un relato y con un ritmo que el novelista determina. Desde su punto de vista, el lector sentirá "Campo de batalla" como una historia real, "porque sí lo es, al mismo tiempo que se verá atrapado por el interés de una novela", dijo.
Prieto se define cono como un escritor alejado de los consejos, las moralejas, los partidos y las tesis. En ese sentido, se expresa con un asombroso realismo y objetividad para mostrar un hecho en el que no intervino la eutanasia y sí factores sociales, religiosos y de valores morales.
En lugar de llevar mensajes a quien la lee, la novela plantea preguntas existenciales al lector. "La luz al final de esta batalla radica en que un día, mi madre no recibe la llamada nocturna de mi padre, quien llamaba por su evidente miedo a que la muerte llegara de noche", explicó el autor.
A la mañana siguiente, añadió, el hombre dejó de existir. "En ese momento se dio la reconciliación, transitó el camino que se venía construyendo y ya está en paz". La muerte se dio el 11 de noviembre del año pasado y hacia Navidad, el escritor se encerró para escribir "Campo de batalla".
Se trata de la novela que le ha llevado menor tiempo redactar. "Aunque en ocasiones me he tardado años en realizar una novela, en este caso no fueron más de tres semanas", señaló el entrevistado, "y eso tiene su explicación en que los acontecimientos estaban muy frescos en mi mente y sentimientos". Sigue Inspira muerte de su/dos/sentimientos".
Escribir esta novela resultó un hecho afortunado para el autor, porque le sirvió de terapia para superar muchas cosas que guardaba en su interior desde muchos años atrás.
"También significa la pretensión de que esta vivencia puede resultar valiosa para quienes viven o vivieron algo similar", subrayó.
La historia termina con la muerte del padre y, en una mirada hacia atrás, comienza, cuando el hijo está frente a él. "El hijo había mandado una carta al papá, la cual nunca contestó porque se salía por las vertientes de ser muy cariñoso y afectuoso, pero cuando presiente el final, el padre habla", comnetó.
Subrayó que en ese momento, como nunca antes, el hijo siente compasión y cariño por el hombre. "Entonces, la madre organiza una gran comida y por primera vez, se dan un beso de verdad. Antes, en la casa donde cuidaban al señor, el joven había dicho que por fin ambos compartían un secreto", adujo.
En "Campo de batalla" libran una lucha, además, el hijo y el novelista, que es al mismo tiempo Francisco Prieto, sin embargo, "los dos tienen un espacio definido y claro en la trama. El novelista cumple la obligación de hacer una novela con rigor profesional para tocar fibras de los lectores".
Y por su parte, el hijo tuvo la oportunidad de dar a conocer una experiencia que en su momento y casos particulares podrá servir a otras personas, destacó el autor de las novelas "Caracoles", "La inclinación" y Ruedo de incautos".
De acuerdo con el entrevistado, la novela hace pensar y reflexionar en la vejez, en la muerte, en Dios, en la familia, en las dudas y en las certezas de la vida. "Hay muchos planteamientos sobre esos temas que cada lector habrá de despejar, según su formación, valores, educación y creencias".
La novela "Campo de batalla", que ya está a la venta en librerías, será presentada este miércoles en las instalaciones de Editorial Jus, Donceles 66 Centro Histórico, por Silvia Molina, Ignacio Padilla, Juan Lafarga y el autor, con las moderaciones de José María Llovet.
Fuente: http://www.eluniversal.com.mx/notas/526156.html
Campo de Batalla de Francisco Prieto
Campo de batalla de Francisco Prieto
y el tema de la muerte anticipada
Silvia Molina
A Paco Prieto lo conocí por su voz. Tenía en aquel entonces, no sé si
lo sigue teniendo, un programa nocturno de radio. Me hice aficionada a
su sapiencia y a su tono de franqueza, de humildad: “Así pienso, pero no
tengo la última palabra. Puedo estar equivocado”. La temática de su
programa era variada, pero había un eje central: literatura e historia,
el cruce de caminos. Luego llegué a verlo en la televisión, en un
programa sobre toros a lo que supongo sigue apasionado; porque se veía
no sólo su conocimiento sino su emoción. Sobre toros o toreros también
llegó a escribir algunos artículos.
Lo conocí a principios de los ochenta, en promexa.
Me lo presentó Alberto Ruy Sánchez: había escrito un prólogo, si mal no
recuerdo, a varias obras de Rafael Bernal, a quien se conoce por su
novela Complot Mongol, la que Paco coloca entre Los cien mejores libros del siglo xx,
como se llama su guía de lectura. Un conocedor de Bernal, cosa curiosa y
de subrayar porque fuera del libro que vengo de citar, nadie lo lee ya.
Me unen varias cosas a su persona y su obra aunque el trato
cotidiano no se haya dado: primero que nada y lo más personal es que
somos disléxicos rescatados por alguien para la vida cotidiana y lo que
es mejor, para la literatura; también tenemos en común una época en que
la cultura francesa era inevitable, quien no iba al ifal estaba fuera de las conversaciones en las fiestas; y el cine francés e italiano eran nuestro paradigma. [Por cierto, yo iba al ifal
en un Juárez Loreto que tomaba frente a un restaurante en Mariano
Escobedo llamado Jet. Allí veía casi todas las tardes a una muchacha
escribiendo. Admiraba su audacia pues se sentaba sola en una mesa
ignorando el entorno, sin levantar la vista del papel. Años más tarde la
reconocí: era Elsa Cross, que vivía a unas cuadras.] También tenemos en
común la música, y para abreviar, es como si fuéramos de una misma
generación, porque me movía entre amigos más grandes que yo, de su edad.
Pero a diferencia de Paco, yo no conocí a mi padre. Al contrario, lo
busqué hasta creer que había dado con él. Y eso es una de las razones
por las que me ha impactado sobremanera Campo de Batalla. ¡Cómo puede llegarse a odiar a un padre! ¡Cómo puede ser un padre tan cruel con los hijos!
Pareciera, como han dicho algunos
escritores, que a lo largo de la creación literaria se escribe un solo
libro, y cada nuevo no es más que un intento por perfeccionar la obra. Y
creo que ése sería el caso de Paco Prieto: sus obsesiones son tan
fuertes que surgen en la escritura quizá a pesar de su propia voluntad.
En el fondo de sus textos, aunque las historias son totalmente distintas
yacen la culpa y la vida eterna. Y es que Francisco Prieto pertenece
círculo de los escritores católicos de México: Hugo Hiriart, quien
además es converso, Vicente Leñero, Gabriel Said, Javier Sicilia,
Ignacio Solares, Ramón Xirau… Quizá más que sus compañeros, Paco destila
en su escritura la fe que lo sostiene.
Si lees a Leñero, por ejemplo, descubres en su obra la
metáfora católica oculta entre líneas; si lees a Solares, te topas con
los personajes y sus problemáticas religiosas; y si lees a Paco,
reconoces sus preocupaciones: la culpa, el perdón, la redención y la
vida eterna, por nombrar los más frecuentes, los que brotan con las
historias. Y a mí me parece eso algo perspicaz y osado; pero al mismo
tiempo tan natural como encontrar las obsesiones de Saul Bellow o de
Isaac Bashevis Singer en sus novelas; me refiero a la problemática judía
religiosa; aunque no recuerdo haber leído un texto de Graham Green,
siendo como lo fue un católico perdido, hundido en la culpa; tampoco
podría citar un texto católico de Hiriart. Así de pronto leer a Prieto
es encontrarte a alguien para quien la fe está expresada en lo
cotidiano, y sobrecoge su búsqueda o el empecinamiento por no perderla.Campo de batalla es un relato que versa sobre cómo matar al padre. Y hablo yo también aquí metafóricamente. Como acabar con él y recuperarlo para siempre; cómo perdonar a un ser brutal y orillarlo a encontrar la paz eterna, o desearle una mejor vida.
Un libro que puede parecer sencillo y lineal porque se lee de corrido, pero que tiene una estructura compleja porque al mismo tiempo entraña el exilio, las relaciones de pareja, la vida filial y la complejidad fraternal. Uno va de España a América, de Cuba a Estados Unidos… Uno lee al hijo, al padre, al abuelo… Y uno encuentra a una familia cuyos miembros andan desperdigados por el mundo y se encuentran, de pronto, a festejar los 90 años del padre o a despedirlo: una narración impecable.
No quisiera hablar de un libro autobiográfico y sesgar la aproximación del lector hacia ese nivel. Quizá sea un relato o una novela corta, que parte de la experiencia pero que se construye así misma, independiente del autor.
En Campo de batalla el personaje
central es el hijo, quien reflexiona sobre un hombre una vez violento
ahora vulnerable y arrinconado en una cama de enfermo. La voz que nos
cuenta la historia habla desde el fondo de una rabia pulida con el
tiempo contra un padre contundente, que siempre lo atemorizó.
La historia consta de 8 pequeños capítulos, Cinco Jornadas
(una doble), La balada de la madre y el final. Y está escrita durante
los últimos días del padre que se enfrenta a sí mismo y al otro, por el
único hijo varón que para sobrevivir se apartó de la casa paterna, de
ese ser que lo humilló y lo atormentó; y quien se pregunta, como se
preguntará a su debido tiempo toda la familia si se le debe otorgar al
padre la gracia de la muerte anticipada.Vale la pena detenerse en eso que el autor ha llamado “La balada de la madre”, una mujer que entregó su vida al esposo, que se negó a sí misma durante años y que reaccionó pasivamente ante la violencia de su marido hacia los hijos.
Poco a poco descubrimos que la vida no sólo frente a la muerte es esa batalla que Francisco Prieto nos transmite en esta historia descarnada, sin adornos, simple y llanamente brutal. Una lectura que te hace reflexionar sobre las pasiones del ser humano y sobre el perdón. Felicidades Paco y gracias por tu libro, lo disfruté mucho.
Fuente: http://www.silviamolina.com/index.php?option=com_content&view=article&id=310:paco-prieto&catid=36:blog&Itemid=57