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Posted by : Unknown miércoles, 3 de abril de 2013



1.- Identidades de Octavio Paz

En la estructura apositiva que completa el nombre propio de Octavio Paz no ha faltado casi nunca el calificativo de TRADUCTOR y, cuando no se ha indicado, se ha mutilado un aspecto fundamental en su vida y en su obra. El 21 de junio de 2005, con motivo de la inauguración de la exposición “Octavio Paz: diálogo entre arte y poesía” en el Instituto Cervantes de Berlín, el embajador mejicano Jorge Castro-Valle K. desglosaba así la epexégesis: “poeta, escritor, ensayista literario, crítico de arte, analista político y traductor”. En una segunda instancia, añadía los calificativos de “diplomático mejicano y mediador entre la cultura literaria de Occidente y las de Oriente”, enmarcado todo con los valorativos “pionero” y “visionario”. A estos ‘títulos’ se suelen añadir, entre otros, los de: maestro rural, abogado (‘inacabado’), embajador, pensador, intelectual, crítico social, hombre de Letras, profesor, conferenciante, dramaturgo, periodista, demócrata, defensor de la libertad, analista de la transición democrática en Méjico e impulsor del cambio político y social en México, fundador de revistas literarias, premio Nóbel. Otros, en fin: “El gran renovador del lenguaje español, un poeta y ensayista universal” (Carlos Fuentes[1]). “La estrella marinera de la poesía latinoamericana” (Julio Cortázar[2]). El pasado 6 de abril de 2006, a propuesta de los diputados panistas Adriana González Carrillo y Rodrigo Iván Cortés Jiménez se remitió a la Comisión de Reglamentos y Prácticas Parlamentarias la iniciativa de decreto para inscribir con letras de oro el nombre de Octavio Paz en el muro de honor del Salón de Sesiones del Palacio Legislativo de San Lázaro[3]. Una de las diez letras debería celebrar su labor como traductor.

2.- Las traducciones de Octavio Paz

Luis Antonio de Villena presentaba la obra que aglutina la casi totalidad de las traducciones de Octavio Paz[4], Versiones y diversiones, de la siguiente manera: “Yo creo que todos los poetas, alguna vez, hemos traducido poesía. Porque entre los delicados mecanismos que cualquier traducción mueve, sin duda la traducción poética opera con los más difíciles: Salvar la intensidad de un texto concentrado, rítmico y generalmente breve, lo que a menudo supone –más aún que en la prosa- su reconversión total. (…) ‘Versiones y diversiones’ es una espléndida colección de variadísimos poemas y una invitación a reflexionar –leyendo, practicando- en el intríngulis de la traducción poética. Y en tradiciones que no son, propiamente, la nuestra.”[5] En otras ocasiones, esta edición ha sido presentada en cierta media como ‘una antología de la lírica universal.[6] Un vistazo rápido al índice corrobora esa opinión.
         La autocomprensión de esta obra por el autor es muy significativa: “¿Este volumen representa mis ideas y mis gustos? Sí y no. Versiones y diversiones, como su nombre lo dice, no es un libro sistemático ni se propone mostrar o enseñar nada. Es el resultado de la pasión y la casualidad. Por pasión traduje a Pessoa y a Michaux; por casualidad a algunos poetas suecos…”[7]. Volveremos sobre estas palabras.

3.- Traductor y Traductólogo

         Como tal es reconocido y así figura en programas de asignaturas de Traducción literaria[8] y en cursos monográficos sobre su actividad traductora.[9]
La traducción es una tarea grata a los grandes autores latinoamericanos como es el caso emblemático de Julio Cortázar, traductor profesional (Berasategui, 2004), o el de Jorge Luis Borges[10] (recuérdese su genial aforismo: “el original es infiel a la traducción”). Como ha afirmado Weinberger: “No es mera coincidencia que muchas épocas doradas de literaturas nacionales coincidan con periodos prolíficos en traducciones.”[11]
En el caso de Octavio Paz destaca igualmente su relación con ‘los’ traductores y, en particular, con ‘sus’ traductores. De entre estos últimos, acaba de fallecer (el pasado 14 de abril de 2006) el poeta y traductor francés Claude Esteban a quien Paz reclamaba como uno de sus más asiduos traductores al francés (su primer traductor al francés fue Jean-Clarence Lambert[12], amigo de André Breton). Esta misma lealtad la mantuvo con Eliot Weinberger su traductor al gran público norteamericano: “Paz conversaba con Weinberger acerca de la traducción al inglés de su obra, pero siempre concedió al traductor la última palabra. “Paz sabía bien el inglés, pero sabía que yo lo dominaba mejor”, recordó Weinberger.”[13] Su relación general con los traductores es la de romper la invisibilidad y respetar la autoría del traductor. Un solo ejemplo:
“Mi selección –mejor dicho: pobre muestra- se basa principalmente en la antología de Ingalls. Me hubiera gustado utilizar las traducciones de John Brough (Poems from the Sanskrit, Londres, 1969), notables por su perfección métrica pero el uso de la rima me habría alejado demasiado del texto original. Veintitrés poemas de los veinticinco que escogí vienen del libro de Ingalls; otro más, Las dos vías (número I), de la traducción de Barbara Stoler Miller de los poemas de Bhartrihari (1967) y otro, Arriba y abajo, (número II), de la traducción al francés de Amina Okada del libro de Bilhana (¿siglo XI), Poèmes d´un voleur d´amour (1988).” (Paz, 2000: 477).

3.1.- Modus operandi

3.1.1.- Octavio Paz era un hablante y lector multilingüe. Muchas veces pecaba de modestia, sobre todo cuando enjuiciaba sus traducciones indirectas del sánscrito, del chino, del japonés y del sueco. En el Prefacio a sus traducciones del sánscrito (Kavya, 2000: 467-491) afirmaba:
“Termino: mis traducciones son traducciones de traducciones y no tienen valor filológico. Quise que tuviesen, por lo menos, algún valor literario y aun poético. El lector decidirá. En fin, los títulos son míos: flechas de indicación.”

         Falsa y ‘refalsa’ modestia. A las pruebas nos remitimos:

25
La tradición

Nadie atrás, nadie adelante.
Se ha cerrado el camino
que abrieron los antiguos.
Y el otro, ancho y fácil, de todos,
no va a ninguna parte.
Estoy solo y me abro paso.
Dharmakirti

3.1.2.- De la misma forma que en el terreno de la creación poética se enfrentó, por razones de opción creadora, a la autoría compartida[14], compartió la tarea traductora en varias lenguas. Cabrera Infante utilizaba el neologismo “coelaboración” para referirse a esta modalidad traductológica[15].

3.1.2.1.- Así, para la traducción del sueco al castellano de los poemas de Artur Lundkvist, Gunnar Ekelöf, Harry Martinson y Erik Lindegren se valió de la ayuda del poeta rumano Pierre Zekeli. Sirva de muestra este poema de Gunnar Ekelöf (Paz, 2000: 457-458):

Arrabal

En el arrabal infinito
hay un árbol mezquino.
Apenas tiene hojas.
Apenas resuenan en el viento.

Un álamo en el polvo
entre las casas uniformes.
Juegan niños a su alrededor
el juego de la vida mínima.
Compran arena por harina.
Venden piedras por pan.

Casi es verano.

3.1.2.2.- A propósito del chino, recojamos el siguiente texto de José Ramón Álvarez[16]:
“La pregunta, de nuevo, es: ¿cómo traduce Paz poesía china sin saber chino? En el prólogo nos da la respuesta: «En el caso de las traducciones de poesía china utilicé traducciones interlineales, transcripciones fonéticas y claro, las traducciones de Arthur Waley, Paul Demiéville, G. Margouliés, C. H. Kwoc, Vincent McHugh, Claude Roy, Kenneth Rexroth, Witter Bynner, Ciril Byrch, Robert Payne, David Hawkes, etc. Me fue particularmente útil The Art of Chinese Poetry, de J. Y. Liu. Debo decir lo mismo del libro que ha dedicado Burton Watson a Su Tung Po y, por lo que toca a Wang Wei, del ejemplo y los consejos de mi amigo el poeta y crítico Wai-lim Yip. El lector que quiera tener una idea del método empleado puede confrontar mis versiones con las transcripciones fonéticas, seguidas de traducciones lineales, hechas por Wai-lim Yip, y el libro de David Hawkes: A Little Primer of Tu Fu (Oxford, 1967)». En una reciente entrevista, después de recibir el Premio Nóbel, Paz repite lo mismo, aclarando más su método de traducir: «Algunos versos los he traducido del inglés al español. Sin embargo nunca he traducido directamente del chino al español. Unas poesías son traducciones de la idea, y en otras uso el método de traducir según el sonido. Mis amigos chinos, como Wai-lim Yip, me han ayudado mucho para la comprensión de las poesías y también en la misma traducción...».”
3.1.2.3.- La “coelaboración” se repite para la poesía japonesa. En la Advertencia a la primera edición de 1957 se confiesa:
“Los traductores se han acercado con respeto y amor al original, aunque sin hacerse excesivas ilusiones sobre la posibilidad de trasplantar al español un texto que es elusivo aun en japonés. Esperan, de todos modos, que su versión dé una idea de la sencillez y movilidad de Basho, que procede de alusiones y cuyo lenguaje, poseído por un infinito respeto al objeto, no se detiene nunca sobre las cosas sino que se contenta con rozarlas. La traducción de los poemas –sacrificando la música a la comprensión- no se ajusta a la métrica tradicional del haikú pero en muchos casos se ha procurado encontrar equivalentes en español de la concentración poética del verso japonés y de sus medidas silábicas.” (Paz, 2000: 591).
En “La tradición del haikú” (Cambridge, 1970)[17] se presenta así la traducción de Oku no Hosomichi:
En 1955 un amigo japonés, Eikichi Hayashiya, ante mi  admiración por algunos de los poetas de su lengua, me  propuso que, a pesar de mi ignorancia del idioma, emprendiésemos juntos la traducción de Oku no Hosomichi. A principios de 1956 entregamos nuestra versión a la sección editorial de la Universidad Nacional de México y en abril del año siguiente apareció nuestro pequeño libro. Fue recibido con la acostumbrada indiferencia, a despecho de que, para avivar un poco la curiosidad de los críticos, habíamos subrayado en la Advertencia que nuestra traducción del famoso diario era la primera que se  hacía a una lengua de Occidente. Ahora, trece años después, repetimos el gesto: la apuesta; no para ganar comentarios, Basho no los necesita, sino lectores. Aclaro: son los lectores, somos nosotros - atareados, excitados, descoyuntados - los que ganamos con su lectura; su poesía es un verdadero calmante, aunque la suya sea una calma que no se parece ni al letargo de la droga ni a la modorra de la digestión. Calma alerta y que nos aligera: Oku no  Hosomichi es un diario de viaje que es asimismo una  lección de desprendimiento. El proverbio europeo es falso; viajar no es "morir un poco" sino ejercitarse en el arte de despedirse para así, ya ligeros, aprender a recibir. Desprendimientos: aprendizajes.
Entre 1957 y 1970 han aparecido muchas traducciones  de la obrita de Basho. Cuatro han llegado a mis ojos,  tres en inglés y una en francés. Por cierto, cada una  de ellas ofrece una versión diferente del título: The narrow road to the deep North;1 Back roads to far towns;2  La sente étroite du bout-du-monde;3 y The narrow road through the provinces.4 Tal diversidad de versiones me  pone en la obligación de justificar la nuestra: Sendas de  Oku. En tres de las traducciones que he citado aparece  el adjetivo: estrecho; nosotros lo suprimimos por antipatía a la redundancia: todos los senderos son estrechos. Las versiones al inglés dan una idea más bien realista del viaje de Basho y de su punto de destino: norte remoto, pueblos lejanos, provincias; la traducción francesa, aunque más literal, se inclina hacia lo simbólico: fin de mundo. Nosotros preferimos la vía intermedia y pensamos que la palabra Oku, por ser extraña para el lector de nuestra lengua, podría quizá reflejar un poco la indeterminación del original. Oku quiere decir fondo o interior; en este caso designa a la distante región del norte, en el fondo del Japón, llamada Oou y escrita con dos caracteres, el primero de los cuales se lee Oku. El título evoca no sólo excursión a los confines del país, por caminos difíciles y poco frecuentados, sino también una  peregrinación espiritual. Desde las primeras líneas Basho se presenta como un poeta anacoreta y medio monje; tanto él como su compañero de viaje, Sora, recorren los caminos vestidos con los hábitos de los peregrinos budistas; su viaje es casi una iniciación y Sora, antes de ponerse en marcha, se afeita el cráneo como los bonzos. Peregrinación religiosa y viaje a los lugares célebres - paisajes, templos, castillos, ruinas, curiosidades históricas y naturales - la expedición de Basho y de Sora es asimismo un ejercicio poético: cada uno de ellos escribe un diario sembrado de poemas y, en muchos de los lugares que visitan, los poetas locales los reciben y componen con ellos esos poemas colectivos llamados haikai no renga.
         Suene aquí el primer poema del viaje:
Se va la primavera,/quejas de pájaros, lágrimas/ en los ojos de los peces.
3.1.2.4.- En otras ocasiones, al tratarse de lenguas europeas, se permite la confesión de la transgresión y de la travesura: “CARPAS. SEGUNDA VERSIÓN. (Página 50.) Me atreví a transformar este pequeño poema de cuatro versos en una suerte de haikú aunque sin respetar la métrica del poema japonés. Creo que le habría divertido a Apollinaire esta travesura.” (Paz, 2000: 642):
Carpas en el quieto estanque/ peces de melancolía/ olvidados por la muerte.
 Las traducciones de poesía francesa han sido estudiadas sistemáticamente por Fabienne Bradu en su artículo: “Octavio Paz traductor”, (Vuelta 259, junio de 1998, págs. 30-37) y en su monografía: Los puentes de la traducción. Octavio Paz y la poesía francesa. México, Universidad Nacional Autónoma de México-Universidad, 2004.
Sirva como broche este otro de Guillaume Apollinaire: “Inscripción bordada en un cojín”: Soy la balanza discreta/del peso de tu belleza
4.- Algunas premisas teóricas sobre la traducción[18]
 “Como suele suceder en la obra de Octavio Paz, la reflexión corre paralela a la práctica[19]. Octavio Paz ha dedicado varios ensayos, conferencias y comentarios al espinoso problema de la traducción poética…”. Para Fabienne Bradu, a quién acabamos de citar, la advertencia que preside el compendio de Versiones y diversiones es en cierta media una “declaración de fe” y es un medio pertinente para “entender qué clase de traductor es Octavio Paz”.[20]
Volvamos a recordar la autocompresión del compendio que citábamos al principio: “resultado de la pasión y la casualidad”. Pero, y ésta es una de las premisas de la –por así llamarla- teoría de la traducción poética de Octavio Paz:
“Pasión y casualidad pero también trabajo de carpintería, albañilería, relojería, jardinería, electricidad, plomería –en una palabra: industria verbal. La traducción poética exige el empleo de recursos análogos a los de la creación, sólo que en dirección distinta. Por eso pido que este libro no sea leído ni juzgado como un trabajo de investigación o de información literaria. También por eso no he incluido los textos originales: a partir de poemas en otras lenguas quise hacer poemas en la mía.” (Paz, 2000: 9).
La ratificación matizada de esta premisa la encontramos en la Nota final a la edición que manejamos (de 25 de febrero de 1995):
“Las traducciones se fueron acumulando a medida que pasaban los años; fue una labor discontinua, regida por el capricho de los días y del humor, en la que no me propuse demostrar o enseñar; me dejé guiar, en momentos de ocio, por el amor, el gusto, la ocasión y, en algunos casos, la amistad. Repito lo que dije en el primer prologuillo: estas versiones son el resultado de la pasión y de la casualidad. Fueron, casi siempre, una diversión o, más exactamente, una recreación[21]. El punto de partida fueron poemas escritos en otras lenguas; el de llegada, la tentativa de escribir, con ellos, poemas en la mía. Muchos de esos poemas fueron compuestos en otros siglos; en mis versiones quise que tuviesen la antigüedad de todas las obras de arte: la de hoy mismo.” (Paz, 2000: 15)
La otra premisa esencial ha sido destacada por Fabienne Bradu (1998: 30-31):
“Otra omisión es elocuente de la concepción que tiene Octavio Paz de la traducción poética: Versiones y Diversiones no reproduce la versión original del poema, como tampoco lo ofrecen los capítulos del segundo tomo de las Obras Completas: Excursiones/Incursiones. Dominio extranjero, que baraja antiguos y nuevos ejercicios de traslación. “El punto de partida del traductor no es el lenguaje en movimiento, materia prima del poeta, sino el lenguaje fijo del poema. Lenguaje congelado y, no obstante, perfectamente vivo. Su operación es inversa a la del poeta; no se trata de construir con signos móviles un texto inamovible sino demostrar los elementos de ese texto, poner de nuevo en circulación los signos y devolverlos al lenguaje” (Cf. “Literatura y literalidad”, recogido en Obras Completas, tomo II, Excursiones/Incursiones. Dominio extranjero, Barcelona, 1991, Círculo de lectores, p. 72), explica Octavio Paz con su habitual claridad para dar cuenta de los complicados nudos de una operación literaria. Y esto lo lleva a asumir el ideal de la traducción poética formulado por Valéry como “producir con medios diferentes efectos análogos”, que equipara en una medida igualitaria traducción y creación. Por lo tanto, un cotejo con la versión original resultaría vano en virtud de la creación de un poema nuevo, independiente, casi autónomo de su soporte inicial, como lo quisieron Baudelaire o Pound antes que Paz. Eso significa que la decisión de omitir los poemas en su lengua original es coherente con la concepción del ejercicio que siempre ha sostenido Octavio Paz en obediencia al linaje de los grandes poetas-traductores.”
Es de sumo interés –para completar esta aproximación superficial- la confesión pública de las traducciones pendientes y deseadas, frustradas, perdidas o ausentes (como la poesía griega y romana). Completan el mapa de la sensibilidad y curiosidad estética de Octavio Paz: la ausencia de Dante, de Wordsworth o Yeats, de Tasso o Leopardi, entre otros.
5.- Sentido y alcance de la obra traducida de Octavio Paz
         Si nos fiamos de la contundencia y claridad de las consideraciones de Octavio Paz, no sería necesario aventurar otras intenciones de alcance posiblemente demasiado general, pero no por ello menos interesantes, como las efectuadas por María Esther Maciel (Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil) en su artículo: “Poéticas de la multiplicidad: Octavio Paz y Haroldo de Campos”[22]:
         “Fueron muchos los poetas latinoamericanos del siglo XX que se empeñaron en transformar sus obras -por la práctica polivalente de la creación, de la reflexión crítica y de la traducción- en una especie de ars combinatoria de signos culturales de tiempos, tradiciones y espacios diversos. Cosmopolitas, enciclopédicos, contemporáneos de todas las edades poéticas, autores como Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Julio Cortázar, Lezama Lima, Alfonso Reyes, Severo Sarduy, Mário de Andrade, Haroldo de Campos, entre otros, burlaron las dicotomías entre universalismo y americanismo, identidad y alteridad, ruptura y tradición. Al insertar América Latina en el circuito global de los cambios creativos, a la par que pensando teóricamente esa inserción, contribuyeron a la apertura de la cultura latinoamericana al influjo de otras culturas occidentales y orientales, además de arrojarla al flujo de una universalidad también pluralizada y descentrada.
No por nada muchos de ellos eligieron metáforas cosmológicas para definir el trabajo textual. Borges, además de hacer de cada texto suyo un modelo del universo, véase la famosa "Biblioteca de Babel", se dedicó al tema mallarmeano del Gran Libro, especie de "transenciclopedia" galáctica, suma infinita de los saberes posibles. Lezama, con su cosmovisión barroca, construyó un sistema poético fundado en la proliferación de imágenes, buscando inventar, a través del lenguaje, un nuevo orden universal. Paz, afecto a la lógica analógica, no apenas convirtió la expresión "signos en rotación" en una clave de lectura de su propia obra, como también creó poemas en los cuales la identidad disonante entre la página y el espacio estelar se coloca como base de su construcción, reeditando -sólo que ahora desde el prisma de la idea de ruptura- la idea secular del texto como doble del universo. Dicha metáfora también orienta la vasta obra de Haroldo de Campos, creador del poema-crítico Galaxias, una combinatoria convertible de signos barrocos, basado en la analogía del texto como viaje interestelar y viceversa. Para no decir de su propuesta de una "historia constelar" de la literatura, que -sopesadas las diferencias- mantiene estrecha afinidad con la lectura hecha por Paz de los signos en rotación de la historia de la moderna poesía occidental, como veremos adelante.
         Esa vocación cosmológica, manifiesta también -de cierta manera- en algunos autores del pasado, como por ejemplo Sor Juana Inés de la Cruz, es asociada por Severo Sarduy, en sus Ensayos generales sobre el barroco (1987), a una conciencia neobarroca de los escritores de nuestro continente. Éstos, seducidos por los rumbos cada vez más intrincados de la astronomía contemporánea, estarían reeditando -de manera diferente, porque sintonizada con otra concepción del cosmos- la empresa barroca de hacer del universo un desafío a la imaginación.”
O expresado en una clave más específica y que se desarrolla a lo largo del artículo: “Movidos por la idea de que la confrontación y la asimilación de la diferencia se configuran como "un necesario ejercicio de autocrítica", Octavio Paz y Haroldo de Campos han problematizado, a través de la creación poética, la reflexión crítica y la práctica traductoria, la red de relaciones que compone la literatura latinoamericana en su tránsito entre un cosmopolitismo sin fronteras y un americanismo hecho de matices y rizomas. Octavio Paz, por la vía analógica. Haroldo de Campos, por la vía antropofágica.”

6.- Cierre

“He escrito y escribo movido por impulsos contrarios: para penetrar en mí y para huir de mí, por amor a la vida y para vengarme de ella, por ansia de comunión y para ganarme unos centavos, para preservar el gesto de una persona amada y para conversar con un desconocido, por deseo de perfección y para desahogarme, para detener al instante y para echarlo a volar. En suma; para vivir y para sobrevivir. Por esto, porque estoy vivo todavía, escribo ahora estas líneas. ¿Sobreviviré? Ni lo sé ni me importa: el ansia de supervivencia es, tal vez, una locura pero es una locura ingénita, común, inextinguible.”[23]


[2] “Cortázar dialoga con los autores de su biblioteca personal”, de Blanca Berasategui, Sección ‘Orgía para mitómanos’, El Mundo, El Cultural, 25 de febrero de 2004.
[4] Otra serie de traducciones se incluyen en Obras Completas, tomo II, Excursiones/Incursiones. Dominio extranjero, Barcelona, 1991, Círculo de lectores.
[5] “El libro del día”, en elmundolibro.com, sábado, 27 de enero de 2001.
[6] Versiones y diversiones. Edición revisada y aumentada. Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, Barcelona, 2000. Será ésta la versión que se siga en estas notas.
[7] Paz, 2000: 7. (Nota preliminar. México, 12 de marzo de 1973).
[8] “Poética y Retórica. La teoría de la traducción en la teoría retórica. Aspectos noéticos y poiéticos de la traducción del texto literario”. Curso de doctorado, 2005/2006 del profesor Francisco Chico Rico de la Universidad de Alicante.
[9] Cf. Universidad de Vigo. Conferencia del profesor José María Rodríguez de la Universidad norteamericana de Cornell. Diario da Universidade de Vigo, 20-I-2005. La obra considerada fue precisamente la de Versiones y diversiones, en particular las traducciones de John Donne y Andrew Marvell. El resumen de la conferencia destaca la preferencia de Paz “por una censura casi total de la literalidad de los textos frente a la copia literal y opta por una no invisibilidad autorial del propio traductor.” “El autor mejicano se regía por la máxima de que un buen traductor de poemas debe ser un poeta y no un traductor profesional.”
[10]http://www.histal.umontreal.ca/pdfs/Ficciones%20y%20teor%C3%ADas%20en%20la%20traducci%C3%B3n.pdf: “Ficciones y teorías en la traducción: Jorge Luis Borges”, de Ana Gargatagli y Juan Gabriel López Guix, en Livivs, nº. 1,  1992, págs. 57-67. En www.histal.umontreal.ca (Historia de la Traducción en América Latina. 2004. Fecha consulta: 10 de mayo de 2006). Con los autores de este artículo, podemos atribuir también a Octavio Paz el calificativo de “infidelidad creadora” a su tarea como traductor.
[11] http://www.iadb.org/idbamerica/indexspanish.cfm, BIDAMÉRICA, Revista del Banco Interamericano de Desarrollo, 25 de abril de 2006: “Los placeres y desazones de la labor de traducir”.
[12] Entrevista de Guadalupe Nettel: “Jean-Clarence Lambert, buscador de poesía”. En http://perso.wanadoo.fr/mexiqueculture/nouvelles1-lambert.htm (fecha de consulta: 11 de marzo de 2006).
[13] Ibídem.
[14] Como fue el caso con uno de sus traductores al inglés, el poeta Charles Tomlinson (Store on Trent, Reino Unido, 1927).
[15] Reseña de Aurora Humarán de la obra de Suzanne Hill Levine (1998), en La linterna del traductor, número 8, Marzo del 2004. Canto subversivo contra la idea del traductor servil y anónimo.
[16] “Tres poetas latinoamericanos traductores de poesía china”, de José Ramón Álvarez, en: http://www.gio.gov.tw/info/nation/sp/fcr/1998/78/p40.htm (fecha de lectura: 9 de mayo de 2006).
[18] “La traducción ha sido analizada por Paz en su ensayo Traducción: literatura y literalidad (1971.Tusquets, Barcelona, 1981) en el que enfatiza la tarea creativa del traductor señalando magistralmente sus limitaciones: “al escribir, el poeta no sabe cómo será su poema; al traducir, el traductor sabe que su poema deberá reproducir el poema que tiene bajo los ojos”. Entre las traducciones que Paz ha realizado se encuentran como obras reconocidas y publicadas autónomamente en su día: Sendas de Oku de Bashô (1957); Antología de Fernando Pessoa (1962); Veinte poemas de William Carlos Williams (1973); Versiones y diversiones, una antología de traducciones (1974), y Quince poemas de Apollinaire (1979)”. (Octavio Paz. Nota biográfica de Rodolfo Mata).
[19] Desde el punto de vista de las soluciones prácticas, de las diversas versiones y variantes, es un ejemplo privilegiado la Nota a la segunda edición (Paz, 2000: 10-13)
[20] “El solo título de las traducciones recogidas bastaría para entender el espíritu que rige el trabajo. “Versiones”, cuyo plural no indica solamente la suma que ofrece el volumen sino también la multiplicidad de las posibilidades, es otra manera de sostener que “la traducción literal no es traducción”. “Diversiones” despoja al resultado de la solemnidad que suele acompañar los juramentos de fidelidad; también introduce la noción de juego, una apuesta lúdica, que da cuenta del goce que inevitablemente interviene en las manipulaciones con el lenguaje. Volvemos a lo mismo: accidente-apuesta/juego-placer.” (F. Bradu, 1998: 30).
[21] Sin autor no hay traductor. Cuando el traductor es un autor y del calibre de Octavio Paz, el traductor más que un ‘versionista’ o ‘diversionista’ es seguro que será un generoso ‘perversionista’ que goza en curiosear, enmendar o recrear cosas ajenas.

[22] Cf. http://www.cornermag.org/corner05/page07.htm . Revista Corner (Art, Experimental Poetry, Literary Criticism & the Aesthetics of Experimental Writing), nº. 5, 2001-2002.
[23] "Prólogo" al Tomo I, La casa de la presencia. Poesía e historia, pp. 15-27. Obras completas. Edición del autor Fondo de Cultura Económica/Círculo de Lectores. México, 2ª edición: 1994; 2ª reimpresión: 1998.


Fuente: http://www.um.es/tonosdigital/znum12/secciones/Relecturas%20B-Diversiones%20de%20Octavio%20Paz.htm

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