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Libro digital, ese oscuro objeto del deseo

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Lo virtual está aquí. Pero lo físico no se ha ido. Para dominar ambos malabares se requieren imaginación y osadía, sin descuidar la sensatez, prueba y error. En eso andan las editoriales. Cada una explorando caminos. En el Encuentro de Editores Europeos que se celebra estos días en la Casa del Lector, en Madrid, se evidenciaron ayer distintas estrategias (y también sensibilidades) para afrontar todos los cambios que implica la irrupción de lo digital. Del desconcierto a la apertura de miras, las respuestas tienen toda la graduación posible, pero los editores son conscientes, como recordó en la primera sesión de debate Henryk Wozniakowski, presidente de ZNAK, la editorial más prestigiosa de Polonia, de que ya no volverán a ser el faro cultural que fueron en tiempos de Benjamin Franklin. Serán otra cosa.
Reino Unido, isla en más aspectos que el geográfico, es el mercado de vanguardia en Europa. Las ventas digitales del sector editorial alcanzaron el 12% el año pasado. Una cifra muy alejada de las registradas en Alemania, Francia, Italia o España, que oscilan entre el 1% y el 3%, según el informe de la Federación de Editores Europeos.
Ese carácter de avanzadilla también se evidenció en la exposición de Anna Rafferty, la directora de Desarrollo Digital del grupo británico Penguin, que arrancó con una ración de orgullo (“En Penguin ya ganamos dinero con los formatos digitales, son el 17% de las ventas globales”) y finalizó con una lección de optimismo (“Queremos participar en lo nuevo. Ya no somos una empresa que primero imprime y luego hace lo demás”).
¿Y que es lo demás? No solo libros en formato electrónico, que en eso están todas las empresas. Dado que los aparatos de lectura electrónica son solo uno más de los dispositivos posibles (y sus opciones limitadas), Penguin está desarrollando aplicaciones para tabletas y móviles que posibilitan lecturas interactivas. Uno de los ejemplos más recientes es elDiario de Anna Frank, que permite desplegar un plano virtual de la casay el habitáculo donde permaneció escondida. “Lo digital permite nuevas formas de contar historias. En los libros para niños, por ejemplo, se pueden usar aplicaciones con la ventaja de ser interactivas, algo que no es posible en el libro electrónico”, comentó. Una experiencia similar ha desarrollado Santillana en España en aplicaciones para iPad como Objetivo Cupcake perfecto (libro de cocina) o Pupitre (ámbito escolar). “Va un poco por delante el tránsito digital en los ámbitos educativos y de no ficción”, indica Miguel Barrero, director de Negocios Digitales de Santillana.
En los nuevos senderos que tantea Penguin se incluyen también libros en audio, que se pueden cuartear por capítulos (en versión impresa las historias cortas de Roald Dahl son un todo inseparable), nuevos talentos encontrados en la autoedición —un filón para productos comerciales al estilo de las sombras de Grey— y una relación directa con los lectores, que prescinde de la intermediación de periodistas y libreros. Debe dar resultado porque cada día visitan la web de Penguin seis millones de usuarios. “Queremos participar en todo lo nuevo que surge y utilizarlo para nuestro beneficio”, señaló Rafferty.
En Francia la batalla ha estado en otro frente. El fiscal y el marco legal. Ha sido, junto a Luxemburgo, el único país de la Unión Europea que ha equiparado el IVA del libro electrónico al del impreso, un tabú para Bruselas, que ha denunciado a ambos países ante los tribunales al considerar que provoca “graves distorsiones de competencia” respecto a otros socios comunitarios. La aplicación del IVA superreducido (4%) al libro electrónico es una reiterada reivindicación del sector editorial español, apoyada desde la Secretaría de Estado de Cultura, como recordó ayer la directora general de Política e Industrias Culturales y del Libro, Teresa Lizaranzu.
“Hemos establecido un entorno legal constructivo”, afirmó Eric Marbeau, director de Desarrollo Digital de Editions Gallimard. Además del IVA, que ha supuesto un abaratamiento de los formatos electrónicos, el Gobierno ha establecido por ley que la fijación del precio del libro electrónico corresponde a los editores, aunque gozan de flexibilidad para variarlo a conveniencia.
Las seis principales editoriales francesas también han creado una plataforma de distribución de comercio electrónico, en paralelo a las multinacionales del sector (Amazon, Google, Apple...). “No tenemos un canal de distribución oligopólico”, subrayó.
Monopolios y piratería son los aspectos derivados de las nuevas tecnologías que preocupan a Stefano Mauri, presidente del grupo italiano Mauri Spagnol. “Estas plataformas tienen un objetivo distinto: no es diseminar la cultura ni satisfacer a los consumidores, sino hacerse con la parte rentable del negocio, es legítimo, pero no les importa si destrozan el lado artesano del negocio”, lamentó.
En Italia, florece el mercado de tabletas. Del millón y medio que había en 2011 se calcula que se pasará a 11,6 millones en 2015. “Tenemos que hacer un esfuerzo para entender este nuevo mundo. La gente leía más libros en papel porque tenían menos alternativas de ocio, ahora competimos con películas, música, redes sociales”, planteó Mauri, que reivindicó el papel de los editores. “Muchos libros no estarían en la lista de best-sellers sin ellos”.
Santos Palazzi, director de Desarrollo Digital de Planeta, señaló que estos nuevos tiempos reclaman una voluntad “clientecéntrica”, donde el eje es el lector, cuyos hábitos y gustos pueden rastrearse en Internet. Y hay otros cambios: los derechos de autor deben ser internacionales (ya no hay barreras físicas) y la catalogación de los libros (metadatos) es crucial para la difusión. Ya no hay dilema entre lo impreso y lo virtual. Lo dijo bien claro la directora de Siruela, Ofelia Grande: “Están condenados a complementarse. Tenemos que ofrecer los dos formatos para que el lector elija. Esto no es una guerra”.

El libro, en Europa

El sector editorial europeo publicó 530.000 títulos en 2011. La cifra no ha dejado de crecer desde 2004, según datos de la Federación de Editores Europeos.
Los empleos sí han caído: se han perdido 10.000 entre 2004 y 2011. Ahora mismo trabajan en el sector 135.000 personas.
Las ventas digitales son pequeñas pero crecen a un gran ritmo, aunque su presencia no es homogénea. En 2012, en Reino Unido alcanzaron el 12%,mientras que Francia, Alemania, Italia y España oscilan entre el 1%.
En la Unión Europea, la fiscalidad (IVA) que se aplica al libro electrónico varía del 5,5% al 23%, desde que Francia y Luxemburgo decidieron ignorar la posición de la Comisión Europea y aplicar un tipo superreducido.

España: 10 planes para el fin de semana

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  • La última película de Tom Cruise, el certamen gastronómico Madrid Exquisito, el concierto de Rammstein en Barcelona o el espectáculo circense Eoloh! en Almería

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Eoloh! viaja este fin de semana a Almería
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CINE

Oblivion. Hay un runrún que dice que Tom Cruise es el nuevo Kevin Costner en cuanto a que es veneno para la taquilla. Otrora el actor con más tirón popular, ahora intenta demostrar que no todo tiempo pasado fue peor en películas como Oblivion. Se trata de una espectacular cinta de ciencia ficción ambientada en 2077 en la que interpreta a un héroe que trata de rescatar los últimos recursos del planeta Tierra, arrasada tras una guerra contra una especie extraterrestre. Completan el plantel Morgan Freeman y Olga Kurylenko. Atención también a la banda sonora de M83. Estreno en toda España el viernes 12.
Tipos legales. Tres veteranazos de rompe y rasga (Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin) encabezan el reparto de este thriller/buddy movie que narra la historia de un criminal que, tras 28 años en chirona, es recibido por sus colegas de toda la vida para reemprender la vida de juerga y delincuencia que quedó interrrumpida. Sin embargo, el personaje al que da vida Christopher Walken tiene una misión especial de la que no sabe cómo salir. Y es que, ya se sabe, los viejos rockeros nunca mueren... Estreno en toda España el viernes 12.

COMER

Madrid Exquisito celebra su segunda edición
Madrid Exquisito. Segunda edición de este certamen que une la gastronomía con la solidaridad. Por un lado, 30 restaurantes de la ciudad (entre ellos, Lágrimas negras, Urkiola Mendi, Paulino de Quevedo, Pedro Larumbe, Paradís Madrid, Montepríncipe, Lhardy, La gastroteca de Santiago...) proponen otros tantos menús a 30 €. Por otro, esos mismos locales cocinarán esos menús en diversos comedores sociales el 15 de mayo (San Isidro). Toda la información en www.madridexquisito.com. Del viernes 12 al domingo 21 en Madrid.

MÚSICA

Rammstein. Hay conciertos que son mucho más que un grupo tocando encima de un escenario. Es el caso de los alemanes Rammstein, que se han ganado a pulso la fama que tienen de grupo espectacular en directo. Además de sus temas/bombas de demolición de metal industrial, los germanos hacen un verdadero dispendio de luces, vatios, atrezzo y, sobre todo, pirotecnia a porrillo (el cantante Till Lindemann es experto en la materia). Domingo 14 en Barcelona (Palau Sant Jordi), viernes 19 en Bilbao (BEC) y domingo 21 en Madrid (Palacio de los Deportes).
The James Hunter 6
The James Hunter 6. Minute by Minute es el título del quinto álbum de estudio del vocalista británico. Es un álbum que inaugura muchas cosas: por un lado, es el primero que publica tras el fallecimiento por cáncer de su mujer Jacqueline. Por primera vez se acredita el elepé a The James Hunter 6, una especie de homenaje que hace a los músicos que le llevan acompañando desde hace años. Igualmente, es el primero que se graba en Estados Unidos. Lo que no cambia es el estilo: rhythm'n'blues, rock y soul de guitarras y sección de viento. Viernes 12 en Madrid (Teatro Lara) y sábado 13 en Santiago de Compostela (Capitol).

ESCENA

Eoloh!. Trapecistas, contorsionistas, acróbatas y payasos provinientes de Etiopía, España, Colombia, Rusia e Inglaterra, entre muchos otros países, componen la gran troupe que rinde tributo al Dios Eoloh! Como en el caso del Circo del Sol -su referente más cercano- proponen un acercamiento moderno y espectacular al circo en el que las nuevas tecnologías cobran un papel fundamental, así como la implicación del público en el escenario. Se han organizado pases de mañana, tarde y noche abiertos a todos los públicos. Viernes 12, sábado 13 y domingo 14 en Almería (Auditorio Maestro Padilla).
El Ballet Nacional de Holanda presenta 'Gisele'
Giselle. El Ballet Nacional de Holanda (Het Nationalle Ballet), dirigido por Ted Bransen, pone en liza esta obra romántica y de espíritu clásico creada por Adolphe Adam. Más de 80 bailarines en escena dando vida a un espectáculo que el New York Times calificó como de "belleza inmortal" y que viene a ser una de las obras más puras del repertorio romántico. Vaya, un ballet para los que les gusta de verdad el ballet. Viernes 12, sábado 13 y domingo 14 en Bilbao (Teatro Arriaga).

EXPOSICIONES

Georges Méliès. La magia del cine. Exposición consagrada a uno de los primeros genios del séptimo arte, George Méliès (inolvidable el apasionado homenaje que le dedicó Martin Scorsese en La invención de Hugo). El realizador galo fue una personalidad fascinante y auténtico pionero del cine, que le debe las primeras películas de ciencia-ficción (Viaje a la luna o El viaje imposible). La muestra, cuyos objetos provienen de la Cinémathèque Française, traza un recorrido completo por su vida y por su obra. Hasta el 30 de junio en Barcelona(CaixaForum).

OTROS

Ifema acoge este fin de semana Almoneda 2013
Almoneda 2013. El recinto ferial de la capital acoge la mayor feria de antigüedades de España. En total, son 110 los anticuarios, galerías y almonedas que presentan piezas de (literalmente) todas las épocas de la historia: desde la prehistoria hasta la actualidad. Resulta imprescindible para el coleccionista, claro está. Pero también para el curioso, que puede encontrar un montón de piezas únicas y -a veces- asequibles: muebles, joyas, relojes, bastones, bisutería, objetos deportivos, moda, vajillas y mucho más. Viernes 12, sábado 13 y domingo 14 en Madrid (Ifema).
Mercado de la Alameda Vieja de Jerez. Cada domingo, decenas de puestos se agolpan en la explanada de la Alameda Vieja de Jerez para montar un rastro en el sentido más literal de la palabra. Aquí se trata de curiosear por los tenderetes buscando joyas ocultas (libros, vinilos y casetes, muebles, aparatos eléctricos antiguos...). Que nadie espere encontrar demasiado prácticas, pues el espíritu es otro. La visita se completa -claro está- conociendo las numerosas tabernitas de los alrededores, el centro histórico de la localidad gaditana y, por qué no, alguna de las bodegas de Jerez. Domingos desde primera hora.

El Rijksmuseum vuelve a sus orígenes

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El Rijksmuseum reabre sus puertas al público este sábado. Entonces no sólo podremos disfrutar en todo su esplendor de una de las colecciones pictóricas más importantes del mundo, sino también de un excepcional espacio museístico reinventado por Antonio Cruz y Antonio Ortiz con el toque mágico del francés Jean-Michel Wilmotte.
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Aunque la casa grande Rembrandt rara vez ha estado totalmente cerrada durante los diez años que han tardado las obras de renovación, ahora, por fin, no sólo podemos volver a disfrutar en todo su esplendor de una de las colecciones pictóricas más importantes del mundo, sino también de un excepcional espacio museístico reinventado por Antonio Cruz y Antonio Ortiz (Estación de Santa Justa de Sevilla y Estadio de la Peineta de Madrid) con el toque mágico del francés Jean-Michel Wilmotte (decorador del Louvre de Paris).
Pero que nadie se asuste, apenas nada ha cambiado del emblemático edificio que alberga al Rijksmuseum, diseñado en 1885 por Pierre Cuypers, también responsable de la Estación Central de Amsterdam. Y eso ha sido quizás lo que más ha alargado las obras. Había que renovar el museo, modernizarlo técnicamente pero modificando lo menos posible uno de los grandes iconos arquitectónicos de Amsterdam y de alguna forma la Puerta Sur de la ciudad. El gran triunfo de estos dos arquitectos andaluces ha sido precisamente rescatar el carácter original del edificio mediante una intervención aparentemente sencilla, pero ejecutada con maestría.
Han creado una nueva entrada majestuosa, recuperando los dos patios del museo que ahora forman una sola plaza central al quedar unidos y transformados en un atrio público lleno de luz que da la bienvenida al visitante y al que cualquiera puede acceder sin tener que pasar por taquilla.
Una vez pasado el control de entradas, se suben las escaleras originales que llevan a un Vestíbulo totalmente renovado, a la Galería de Honor donde Frans Hals, Jan Steen, Johannes Vermeer y Rembrandt van Rijn, ocupan los lugares más destacados, y desde allí al resto de las salas del museo que también han recuperado sus techos y bóvedas, tal como las ideó Cuypers.
Hasta donde ha sido posible, se ha sacado a la luz la decoración original escondida durante años, bajo numerosas capas de cal. Sobre todo se puede ver en las escaleras y las grandes galerías, dejando que en el resto del museo Wilmotte pusiera su toque maestro minimalista, convirtiendo tanto a las pinturas como a los objetos en los grandes protagonistas. No se ha ganado espacio expositivo pero la experiencia es mucho más gratificante.

Gran novedad para el visitante

Para el visitante lagran novedad, a parte de la luminosidad de los espacios, es la forma de presentar la colección. Salvola carismáticaRonda de Noche de Rembrandt que vuelve a su sala original, todas las demás siguen un orden cronológico, mezclándose pinturas con otro tipo de obras. En total, unas 80 salas (30 de ellas dedicadas a la Edad de Oro de los Países Bajos) para presentar 8.000 obras de arte y objetos que narran 800 años de la historia de los Países Bajos, desde la Edad Media hasta la actualidad. El recorrido termina con varias salas dedicadas al siglo XX, incluyendo un avión de fabricación holandesa.
El museo cuenta ahora además con varios edificios anexos de nueva planta diseñados por los Antonio, destacando el que alberga la colección asiática con 365 objetos en total, uno por cada día del año. También se han remodelado los jardines siguiendo los diseños originales de Cuypers, para transformarlos en un Museo al Aire Libre donde a partir de junio se podrá ver una retrospectiva del escultor británico Henry Moore.
Como nota curiosa, el Rijksmuseum es el único de los grandes museos nacionales en el mundo que abrirá sus puertas al público los 365 días del año. La entrada cuesta 15 euros pero hasta los 18 años el acceso es gratuita. Un consejo... si se compra la entrada por internet en www.rijksmuseum.nl se evitará la cola.

Margaret Atwood: "¿El Nobel? Bueno, yo no escribo para eso"

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La autora canadiense, premio Príncipe de Asturias en 2008, abre el Festival Gutun Zuria | El Cultural aprovecha su paso por Bilbao para charlar con ella de su intensa y prolongada carrera literaria y de sus inquietudes sociales y políticas

ALBERTO OJEDA | Publicado el 11/04/2013

Una vez le preguntaron a Margaret Atwood (Otawa, 1939) por qué decidió consagrar su vida a la escritura. Ella improvisó una respuesta: “Un gran pulgar procedente del cielo se posó sobre mi cabeza y la presionó fuertemente. Así surgió mi primer poema, cargado de melancolía y romanticismo, típico de los 16 años”. No dejaba claro entonces si era escritora por inspiración o imposición divina. Su presencia en el Festival Gutun Zuria de Bilbao permite ponerle la pregunta sobre la mesa. Al escucharla sus ojillos cristalinamente azules se iluminan de picardía. “Bueno, en realidad era una broma. Estaba ya un poco cansada de que me preguntaran lo mismo. Uno no sabe bien nunca por qué se ha hecho escritor. Yo sólo tengo claro que una de las razones es porque fui desde muy pequeña una lectora voraz. Y lo sigo siendo. Lo leo todo: las revistas de los aviones, las cajas de cereales, las pintadas de las calles...”. 

La autora canadiense, ganadora del Premio Príncipe de Asturias en 2008por “la agudeza” y la “ironía” con la que ha abordado distintos géneros y por “su defensa de la dignidad de la mujeres”, abre esta noche el festival en la Alhóndiga Bilbao. Luego la seguirán, durante este fin de semana y el siguiente, autores como Héctor Abad, Lobo Antunes y John Banville (acceder a las charlas cuesta tres euros). En este mismo edificio, hoy uno de los epicentros culturales de la ciudad y antaño una suerte de almacén de vinos, Atwood recibe a El Cultural. El cambio horario tras el viaje desde Canadá y la lluvia pertinaz que cae afuera no le alteran el ánimo lo más mínimo: su buen humor y su disposición para todo tipo de peticiones tiene encantados a los organizadores. Aunque su pasión por la conversación también les exaspera porque las entrevistas acaban siendo interminables. 

Es que Margaret Atwood da para mucho, porque a su extensa obra literaria, en la que alterna poesía, novela, relato y ensayo, también suma un intenso activismo en distintas causas: aparte de luchar por la igualdad de trato hacia a las mujeres, también está implicada hasta el cuello en la conservación medioambiental. Milita en el Partido Verde Canadiense y asociaciones como Bird Life, dedicada a la protección de las aves. Es una preocupación que le viene desde su niñez, durante la que vivió en los bosques del norte de Quebec. Su padre era entomólogo y desarrollaba allí algunos de sus estudios de campo. “Aprendí pronto a sobrevivir en la dificultad: a encender un fuego bajo la lluvia, a disparar con un arco, a buscar alimento...”. Y pronto también sintió el chispazo de la literatura. No le gusta hablar de influencias. Rehúye la pregunta advirtiendo que si tuviera que citarlas a todas, a su edad y con todos los libros que ha absorbido, se le haría de noche y no habría terminado. Pero sí reconoce que el impacto más potente en esa época se lo provocó Edgar Allan Poe: “Es un autor que no hay que dejar al alcance de los niños. Pero mis padres me lo permitieron porque sabían a ciencia cierta que no contenían escenas de sexo. Me aterrorizaba. Aunque no sé en qué medida me habrá influenciado. Eso siempre es muy difícil de calibrar”. 

Quizá pueda haber sido en su habilidad para levantar en su narrativa atmósferas desasosegantes. Es especialmente claro en sus famosas distopías, muchas de ellas con la virtud de vislumbrar aberraciones que luego la realidad se encarga de engendrar. En 1984, con El cuento de la criada, retrató una sociedad en la que la mujer quedaba reducida a su función reproductora y escondida por vastos ropajes. Muchos vieron una denuncia frente al radicalismo islámico. En El año del diluvio, un experimento científico provoca unas terribles inundaciones en el mundo y el instinto de supervivencia de los hombres les hace abolir sus restricciones morales. Esta última fue la primera parte de un trilogía que arrancó con Oryx y Crake (aquí documentaba la destrucción de la Tierra por el calentamiento global), y que pretende rematar este otoño con la publicación de MaddAddam. A Atwood le molesta mucho que la crítica adscriba estas novelas a la ciencia ficción. “No es que no me guste este género. Lo que no me gusta es que a las manzanas les llamen calabazas. Todas estas historias o han ocurrido ya o pueden ocurrir. No son como La guerra de las galaxias, que cuenta algo que no puede suceder, que es imposible. Además, yo no soy buena para la fantasía pura, no se me da bien”. 

Tampoco es buena para las rutinas, reconoce. “Es verdad, escribo un poco a salto de mata”. Por ejemplo, dice que durante el viaje a Bilbao, en el avión, ha escrito un artículo para el New Yorker de 800 palabras. Viajando por Europa, en tren, escribió buena parte de MaddAddam: “Los trenes son magníficos para un escritor, porque no te molesta nadie. En sus compartimentos vas como escondida”. Cuenta que al principio, cuando está preparando los cimientos de una novela, puede estar unas dos horas haciendo anotaciones pero cuando está llegando al final se puede tirar 10 horas seguidas uncida al teclado. “Es como en las carreras de caballos. Al principio no te exprimes, pero cuando vas viendo la meta echas el resto”. Además, Atwood es mujer de naturaleza errante. Aparte de las conferencias y el activismo político y social, que la llevan de un lado a otro, sigue siendo profesora visitante en diversas universidades, lo que le supone estar con la maleta siempre a punto. 

Margaret Atwood es, junto a Alice Munro, la escritora canadiense con más renombre internacional. “Somos buenas amigas. Ahora, de hecho, va a salir allí una antología de sus cuentos que he prologado yo. El otro día me dijo que estaba encantada con mi texto”. La autora de La vista desde Castle Rock revelaba hace un par de semanas en las páginas de El Cultural que había tomado la determinación de dejar de escribir. Tanteemos a Atwood: 

- ¿A usted se le ha pasado alguna vez algo así por la cabeza?
- (Ríe) No creo que vaya a dejar de hacerlo. Yo le tengo dicho a mi editor que si alguna vez empiezo a decir cosas así que me avise de que estoy desvariando. Hasta que tenga fuerzas para sentarme delante del ordenador sin desmayarme seguiré escribiendo. 

- ¿Y qué siente cada mes de octubre cuando su nombre suena entre los primeros favoritos para el Nobel?
- Yo no escribo para eso. 

Fracasar a lo grande

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CINE | Las otras películas de la semana

Fracasar a lo grande

Un fotograma de 'To the wonder'.
Un fotograma de 'To the wonder'.
  • Terrence Malick presenta en 'To the wonder', parodia de 'El árbol de la vida'
Definitivamente, lo de Malick es la más brillante manera de fracasar: a lo grande, traicionando uno a uno los principios fundamentales que hacen grande su cine. Una manera elegante de caerse hacia arriba, de estrellarse contra el cielo.
Y ahora la pregunta: ¿pero es realmente tan tremendo? Para situarnos, 'To the wonder', así se llama la película que continúa la senda abierta por la ganadora de la Palma de Oro 'El árbol de la vida', mantiene a su manera las reglas básicas del cine del autor. O por lo menos, cada plano sigue puntilloso el libro de estilo, llamémoslo así, del cineasta desde que se reinventara tras una pausa de 20 años (eso son vacaciones) con la magistral 'La delgada línea roja'.
De nuevo, las voces se multiplican en el interior de los personajes mientras la cámara se esfuerza en capturar cada ángulo de una realidad definitivamente fracturada. Otra vez, esa caligrafía rota, precisa, sensible. Tan retórico, cursi y moderno, en el sentido correcto del término, como suena.
Si en la inasible y megalómana película anterior se trataba de alcanzar el nudo que separa la vida de lo que no lo es (es decir, la gracia como elemento trascendental que define al ser humano), ahora el objetivo es el amor. De otro modo, el asunto es el pricipio rector que determina el necesario fracaso de ese proyecto inconcluso y desastroso que somos. Y ya siento dar tan malas noticias. ¿Y qué es el amor para Malick? Básicamente, todo. Y es todo con la misma fuerza y convencimiento que es nada. De golpe, el espectador asiste atónito a una autoindulgente procesión de lugares, digamos, poéticos completamente ajenos a asuntos tales como la emoción, el rigor o el entendimiento.
Una pareja viaja desde Francia (Mont Saint Michel, para más señas) a Estados Unidos (Oklahoma o algo más profundo) con el único propósito con el que viajan las parejas (todas ellas): ver hasta qué punto su sueño de felicidad coincide con la certeza de su desgracia. La vida es así. La idea, noble y acertada, no es otra que capturar la brecha que separa la realidad del deseo; la incertidumbre de la promesa de la lucidez del sufrimiento. De por medio, y para que el despiste sea completo, Javier Bardem, en la piel de San Manuel bueno, mártir y con un peinado raro, nos explica con insistencia que ya no sólo la vida en común (el amor profano) lleva en sus genes el programa detallado que conduce a su fracaso; sino que cualquier otro intento, por muy sagrado que sea (el amor sacro), es casi por definición la perfecta imagen de ese mismo desastre.
El problema no son las intenciones, todas ellas sufridas y demoledoras, sino la forma en la que se presentan en la pantalla. Malick abandona la pudorosa e inteligente vocación por mostrar, por insinuar, por dejar que las conclusiones se construyan en la mirada del espectador, para adoptar la siempre molesta posición del predicador. Los personajes más que enseñar, declaman sus angustias e incertidumbres. Y eso, además de molesto, es cansino.
Toda la cinta se antoja así una parodia afectada de 'El árbol de la vida'. Cuando uno de los personajes exclame a voz en grito. "¡Soy un experimento de mí mismo!", uno no puede por menos que ruborizarse. En dos años, el director de 'Badlands' ha pasado del silencio a un ruido ensordecedor (aún ha de estrenar una más). Del cielo al infierno.
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/12/cultura/1365752832.html

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