Tres hermanas al borde del abismo de sus vidas asumen su ancianidad y frustraciones con la unidad del cariño que se tienen y la necesidad de ser reconocidas y atendidas por la familia que cada una ha creado. Son tres mujeres muy diferentes, tres historias, tres conflictos humanos enlazados por aspiraciones y por un cuarto personaje, el desvencijado hogar que comparten.
Ese es el lugar que expresa con precisión naturalista la vida que tuvieron y la que ahora tienen, pero que en cualquier momento se les escapará para siempre. En una sala comedor con sofá, televisor, mesas, sillas, tocadiscos, lámparas, vajillas y tres puertas bastante funcionales teatralmente, se bordan con buen humor los anhelos y miedos de los personajes, sus rencillas sin resolver y el fuerte aliento vital que todavía las impulsa o aterroriza. A lo largo de la obra ellas aluden a un misterioso cuarto al que no se arriesgarán a entrar hasta el final, lo cual podría ser el fin de sus vidas o el inicio de lo que siempre soñaron.
Señoras, del autor venezolano José Simón Escalona y dirigida por David Chacón Pérez, presenta en la sala Teatro Ocho esas preocupaciones que obsesionarán a la humanidad mientras exista. El “quién soy”, “de dónde vengo” y “adónde voy” adopta en la puesta teatral una perspectiva, si se quiere, cercana a una puesta en escena para televisión. Los medidos desplazamientos escénicos, la ubicación de las ancianas casi siempre sentadas, la iluminación, más que la música, al recrear diferentes atmósferas dramáticas y, por encima de todo, la importancia visual y la gracia de las actuaciones, aproximan la sencillez de la elaboración escénica a la condición cansina de unas vidas muy cerca del ocaso.
Entonces, el trabajo de las experimentadas actrices cubanas Martha Picanes, Daisy Fontao y Teresa María Rojas ofrece el recurso principal sobre el que descansa la obra. Incluso, por momentos, vemos crecer el espectáculo con la conmovedora profundidad dramática de Rojas, las sutilezas, sensibilidad e inteligencia interpretativa de Fontao y la elegancia y encanto expresivo de Picanes. Sin ellas esta representación tendría otro derrotero y establecería una débil comunicación con los espectadores. Cada una aporta una línea interpretativa diferente que, no obstante, logra armonizar en la medida que los roles y psicologías despliegan matices verosímiles que no consiguen cohesionar el relato del espectáculo pero sí protegen un delicado lirismo que permanece en el fondo de los sucesos.•
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Fuente: http://www.elnuevoherald.com/2013/04/11/1451746/senoras-excelente-trabajo-de-las.html